Parecía un día de trabajo cualquiera para Cristóbal Martínez, pero no pudo terminar la jornada. El hombre, propietario de un bar en Santullano, fue agredido por cuatro clientes de etnia gitana a primera hora de la mañana. Asegura que no hubo discusión previa y que sus presuntos agresores "estaban borrachos". Tuvo que ir al hospital, donde le hicieron un parte por las múltiples contusiones que presentaba en la cabeza y en el cuello. Su mujer, Begoña Rivas, lo presenció todo: "Podían haberlo matado, hemos tenido mucha suerte", afirmó ayer.

Eran las siete de la mañana. El hostelero y su mujer llevaban una hora en el bar, preparando el día. Es un establecimiento muy frecuentado por la plantilla del Hospital Álvarez-Buylla, que está justo enfrente. "Yo estaba atrás, haciendo los pinchos, y Cristóbal los vio aparecer en el coche", relató Rivas. Lo siguiente que dijo su marido fue: "Hoy va a haber jaleo porque vaya cómo vienen".

Y lo hubo. Según la mujer del hostelero, "empezaron a increpar a mi marido, a avasallarlo sin motivo. Él estuvo serio, sin levantar la voz y diciéndoles que no pasaba nada". Uno de ellos, explicó Rivas, le llamó para que saliera a hablar.

Fue entonces cuando Martínez salió de la barra: "A ver, ¿qué pasa?", preguntó. La respuesta fue un empujón que lo tiró al suelo. "Cuando él estaba tirado, empezaron a pegarle los cuatro, dos sobre todo. Le dieron muchas patadas en la cabeza", afirmó la mujer.

Llamaron a la Guardia Civil, que se presentó "de inmediato". Fueron al hospital y, ya con el parte, siguieron trabajando. Por la tarde, Martínez tuvo que volver al centro porque se sentía muy mareado. Fue dado de alta, aunque con unas pautas de observación.