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JUAN JOSÉ GONZÁLEZ PULGAR | Presidente del Montepío y Mutualidad de la Minería Asturiana y candidato a la reelección por el SOMA-FITAG-UGT

"Industria ejerce contra el Montepío un abuso de poder al pedirnos 6,4 millones"

"El pago de la deuda que tienen con nosotros por la construcción del geriátrico de Felechosa nos permitiría ganar 100.000 euros más al año"

Juan José González Pulgar, en un banco a la entrada de la residencia de Felechosa. J. R. SILVEIRA

Juan José González Pulgar (Pola de Lena, 1953) seguirá al frente del Montepío un mandato más tras reconsiderar su decisión de abandonar la mutualidad. Lo hizo apoyado por su sindicato, el SOMA, sus trabajadores y su familia. La actualidad del Montepío pasa por los problemas internos con los miembros de la Comisión Regional afiliados a CC OO. Sin embargo, su mayor preocupación se centra en la petición de Industria para que la entidad le devuelva de 6,4 millones de euros. El caso es posible que acabe en el juzgado.

-Continúa en el Montepío después de muchas dudas.

-Efectivamente. Cambié mi criterio por varias cuestiones, y una muy importante es la propia petición de mis trabajadores y mi sindicato. No es normal que de una manera mayoritaria un grupo de trabajadores tome la decisión de enviarme una carta y hacer ese llamamiento. Son cosas extraordinarias que sientan bien. Eso significa el reconocimiento de la labor colectiva que estamos haciendo. Además, supone un compromiso de los trabajadores conmigo para seguir desarrollando y completando el trabajo que estamos haciendo en el Montepío. Este año entramos en una fase de consolidación y, por otra parte, de diseño del Montepío del siglo XXI. Hay ya documentos y estamos en ese avance.

-En su carta habla de que el marco temporal para su marcha lo elegirá usted. ¿No garantiza los tres años de mandato?

-Hay que ser cauto. Aquí la intensidad del trabajo se conoce y el desgaste del día a día de la gestión empresarial es muy importante. Uno tiene que dejar la puerta abierta, ya que las fuerzas hay que medirlas. Hay dos aspectos muy importantes. Por una parte hay que tener ideas para seguir desarrollándolas. Y por otro lado, el desgaste vital que provoca toda gestión pública. Mientras no aparezca el piloto rojo habrá gasolina para continuar.

-¿Cómo se le explica a la familia que se reconsidera una decisión como la de irse?

-Yo creo que ellos lo entienden bien. Además, también me empujó a seguir que ellos me ayudaron en la toma de la decisión. No plantearon en ningún momento nada en contra. De hecho me dijeron que creían que debía completar el trabajo. La carta de los trabajadores también llegó a la familia. Tener ese tacto y esa mano izquierda donde uno tiene dificultades o debilidades me ayudó mucho durante los últimos dos años. Si no hubiese sido por el apoyo de mi familia, mi gente y Blanca (su mujer) hubiese sido mucho peor.

-¿Cuándo tomó la decisión de no seguir?

-Hacía meses que yo entendía que el trabajo estaba hecho. El esfuerzo había sido muy grande. Pero en el momento en el que yo tuve datos de 2015, en los que el Montepío entraba ya en beneficios, y que en 2016 se va a un proceso de consolidación, con un presupuesto que está por encima de los 450.000 euros, ahí tomé la decisión. A pesar de que tenemos un tremendo lastre que son los costes financieros.

-En el caso de la residencia de Felechosa, mantienen un contencioso por 3,3 millones de euros que les adeuda el Ministerio. ¿Cómo está esa situación?

-Pues hay una mala, muy mala noticia. El 3 de septiembre del año pasado, el gerente del Instituto del Carbón me remite una carta pidiéndonos datos de Felechosa y nosotros le respondemos con ocupaciones, perfiles de residentes.... Al día siguiente de las elecciones, 21 de diciembre, y por burofax, lo que significa premeditación, nos envían un documento que encabezan como "Acuerdo de inicio de procedimiento de reintegro parcial y declaración de pérdida de derechos de cobro de la ayuda concedida". Y eso significa que el Ministerio no solo no están en disposición de devolvernos los 3,3 millones, sino que nos piden 6.292.473 euros.

-¿A qué se debe?

-Entienden ellos, y yo creo que es una posición política, que hay una serie de gastos que no son deducibles, unas facturas que ascienden a 1,75 millones que dicen que no son gastos deducibles de la subvención. Pero lo que roza lo esperpéntico o lo ridículo para quien entienda de estas cosas es que dicen que la ayuda era para que los residentes que tenemos en Felechosa fueran todos mutualistas. Esto es tanto como decir que la Autovía Minera es solo para nosotros y los que vengan de León tienen que ir por la otra. El Ministerio dice que por los datos que les aportamos, el 14,67 por ciento no son mutualistas, no son mutualistas. Y por lo tanto, descuenta ese porcentaje del total de la ayuda. En total, nos dicen que tenemos una pérdida de derecho de cobro de 6,4 millones.

-¿Qué supondría para el Montepío?

-Esa es la espada de Damocles que nos pone el Ministerio. Significa la decapitación del Montepío, porque no podemos asumir estas cuestiones. Entendemos que la resolución de Madrid es política. Ya la hemos recurrido, además, con argumentos. Las facturas son perfectamente legales y deducibles, los usuarios no mutualistas no contravienen el convenio. Y ya no entramos en que la reclamación está prescrita, llega tarde y no han seguido los cauces que deberían. ¿Por qué este castigo? ¿Qué está pasando? No lo entendemos. Seguimos reclamando la devolución de esa deuda que tienen con nosotros, de 3,3 millones, y apelamos a la responsabilidad, a que se sienten y que corrijan.

-Y de no arreglarse con diálogo, ¿irán al juzgado?

-Quien esta empezando el procedimiento es el secretario de Estado. Por el momento, en la parte administrativa. Nosotros estuvimos obligados a contestar, y estamos esperando la resolución. Luego habrá que decidir que se hace. Si sacan una resolución que nos perjudica, estamos obligados a ir al juez porque creemos que tenemos derecho. Además, si sacan una resolución en esa línea de pedirnos el dinero estamos hablando de abuso de poder. El Estado, con abogados y servicios a su alcance, contra una entidad pequeña que tiene que asumir unos costes importantes. Nosotros seguimos reclamando lo que es nuestro, los 3,3 millones.

-¿Qué significaría el reintegro de los 3,3 millones?

-Eliminar de nuestra deuda hipotecaria esa cantidad de dinero significa poner al Montepío en la rampa de despegue. Este año, la previsión que se hace en el presupuesto es de tener unos beneficios de 450.000 euros. Si a eso añadimos los intereses que nos ahorramos al amortizar 3,3 millones de deuda, supondrá sumar 100.000 euros más a la cuenta de resultados, como poco. Por eso digo que entraríamos en la consolidación.

-¿Qué balance hace de sus dos años al frente del Montepío y en especial de este último?

-En el primer año pusimos las bases para lo que es ahora el Montepío. Hicimos frente a una situación muy complicada y tomamos decisiones duras en cuanto a recortes de todo tipo, incluso salariales. Ahí diseñamos la estructura de la que debíamos dotar al Montepío para afrontar los nuevos tiempos. Desarrollamos los planes de viabilidad, la mesa de contratación y las políticas sociales para enseñar una cara más social del Montepío. Esos cimientos, yo los pacté con la gente que estaba en aquel momento, con el equipo de Florín (Florentino Álvarez) y Maseda (Luis Ángel Vázquez). Eso que pactamos dio lugar a los resultados que tenemos en este momento. Ahora estamos en una situación con las cuentas transparentes y en cierto modo brillantes, sobre todo sabiendo de dónde venimos. Llegamos con unas pérdidas de 900.000 euros y este año estamos en un resultado ordinario de 162.000 euros de ganancia. El recorrido es de más de un millón de euros en dos años. Y ahí no voy a añadir el ingreso extraordinario del rescate de un seguro, que elevaría la cuenta hasta más de 432.000 euros. Pero ese seguro se va a gastar en inversiones. Estos números son un éxito, pero no personal, colectivo, de un equipo de gente que ha trabajado mucho y forma parte de los méritos adquiridos por la mutualidad.

-¿Hay razones para el optimismo?

-Sí, porque estos resultados no obedecen a situaciones coyunturales, por la rebaja de salarios o de alguna situación puntual que nos haya ayudado. Un recorrido de 1,1 millones en positivo no es un hecho puntual. Y eso que tuvimos que hacer frente a datos negativos. Por ejemplo, la rebaja de ingresos en las cuotas de los mutualistas se cayó en 120.000 euros por sucesos extraordinarios.

-¿Esos sucesos son los casos de Villa y Postigo?

-Sí. Eso tuvo una repercusión de unos 120.000 euros en las cuotas de socios que dejaron el Montepío, algo que hubo que enjuagar con mejor gestión. Pero además, en el Balneario de Ledesma hubo una caída muy importante de mutualistas por bajas vegetativas, y esa cifra estuvo por el entorno de los 100.000 euros. A pesar de eso remontamos, sobre todo con usuarios privados y otras iniciativas y convenios, y es lo que nos hace llegar a los beneficios. Lo más importante es que estas cifras las conseguimos con un lastre tremendo que es la deuda.

-Desde su llegada, hubo tres despidos muy sonados, el de Rolando Fernández, hijo de José Ángel Fernández Villa, y los de Dorina Bicher y Patricia Postigo, pareja e hija del anterior presidente. ¿Se notó mucho el cambio?

-Las interpretaciones son libres. Desde un punto de vista empresarial, decidimos cambiar de perfiles, porque lo que vi cuando llegué no me gustó, y además con datos en la mano. No era posible que sitios que siempre habían estado en beneficios entrasen en pérdida. Hay gente que estaba y que sigue al frente, porque estaban capacitados y así se ha demostrado. Pero otros perfiles no eran adecuados. La salida de esas personas influyó positivamente, incluso en el ambiente de trabajo, y no porque lo diga yo, sino porque lo dicen los propios trabajadores. Había formas de gestión y de comportamiento que no fueran las adecuadas. Probablemente no solo por la manera de la forma de ver el negocio, sino por cosas tan elementales como el respeto hacia las personas.

-En el ámbito de la afiliación, ¿se han olvidado ya de Villa y Postigo?.

-De una manera irónica, podría decirle que no se de quien me habla. Es una forma verbal de definir el olvido de la mayoría de mutualistas sobre estas cuestiones, porque nuestro trabajo ha sido el de poner muchos elementos positivos en la entidad para que el mutualista se sienta orgulloso de ella.

-Hablaba antes de la deuda, ¿A cuánto asciende?

-Este año tuvimos que pagar a los bancos entre intereses y amortización del principal, unos 1,8 millones. Cualquiera que haga un cálculo matemático básico ve que si redujésemos la deuda del Montepío a la mitad y la dejáramos en 7 u 8 millones de euros, estaríamos ganando cada año por encima del millón de euros. Eso está lastrando las cuentas del Montepío y estamos buscando fórmulas para tratar de paliar esa situación. Y reflexiono, si las cuentas son buenas, y además, todos los directivos del Montepío participaron en la gestión y los controles, ¿porque algunos no las firmaron?

-Se refiere al grupo liderado por Alberto Rubio, los mutualistas afiliados a CC OO.

-Sí. Me gustaría saber las razones de porqué no se firman las cuentas. Cuando estamos en una comisión regional en la que todo se ha aprobado por unanimidad. Todas las adjudicaciones pasaron por la mesa de contratación. Hay una transparencia y una total disponibilidad para que los cajones estén abiertos.

-¿Es el momento de firmar las cuentas cuando se produce la ruptura con el grupo de Rubio?

-Ahí es cuando se evidencia. Porque hay un episodio anterior que es otra parte del debate, que es modelo de Montepío que están defendiendo y que no coincide con el nuestro. Pero me gustaría insistir en lo de las cuentas. Formar parte colegiada y no firmar las cuentas es un hecho grave, porque pone a la mutualidad en una situación de debilidad en un momento en el que se están abriendo puertas de negociación con entidades financieras y también con Madrid para intentar resolver los contenciosos abiertos, en este caso con el Ministerio. Al final, lo que está pasando en el Montepío, no es ni más ni menos que una lucha de poder, una lucha por el control del Montepío. Donde hay un grupo que hace una apuesta para controlar el Montepío. Como lo plantearon en una mesa de negociación donde no hubo posibilidad de llegar a un acuerdo, utilizan una fórmula de presión, que es no firmar las cuentas. Y eso es un chantaje en toda regla. Y nosotros vamos a estar firmes en nuestra posición.

-¿A qué se refiere con que están en un proceso de control del Montepío?

-En estos momentos, ellos están planteando sustituir al socio protector, a CC OO. Y eso rompe el acuerdo que teníamos con ellos. Ellos deberían de trabajar para el retorno del socio protector, lo que significa que deberían de tener una resolución congresual de CC OO en un sentido o en otro. Y a partir de ahí es cuando el Montepío, las partes, miramos qué hacer y hacia dónde caminar en esa nueva situación. No antes. Y hay un grupo de gente que quiere adelantar la jugada y sustituir a CC OO como socio protector, y ahí plantean la vicepresidencia. Y la han puesto sobre la mesa. Cuando en realidad estábamos hablando de estabilidad institucional y del retorno de CC OO, no de puestos.

-Tampoco coinciden en el modelo de estatutos para la mutualidad...

-Tenemos posturas muy diferenciadas. Ellos quieren eliminar toda referencia a las elecciones sindicales que es lo que marca el reparto del poder en la mutua. Y no quieren saber nada porque en estos momentos ese resultado es de 61% para el SOMA y 39% para ellos. Uno puede aventurar que pasaría si el resultado hubiese sido a la inversa. Y también hay otra cuestión, que es solicitar la dirección paritaria. Pero es significaría otorgar capacidad de bloqueo de la entidad para plantear la presidencia rotatoria. Creo que la secuencia está clara. Por esto digo que se han metido en una lucha de poder.

-¿Ve alguna solución al conflicto?.

-La nuestra no es una posición numantina, hay mucho que hablar y negociar. Tenemos un documento con una serie de diferencias que hay que discutir en profundidad. Mire, hay otra propuesta que ellos hacen que es laminar el papel de los sindicatos como socios protectores del Montepío. Ese es un tema de mucho calado. El Montepío es una entidad de previsión social, pero es un negocio empresarial y financiero muy importante. Los planes de pensiones suman 27 millones de euros. Eso no se puede dejar solamente a una decisión asamblearia y tiene que tener controles. Dejarlo solo a la asamblea, en cierta medida, es desproteger ese capítulo patrimonial que tiene el Montepío, cuando lo que habría que hacer sería acorazarlo y buscar fórmulas equilibradas entre la democracia y el control. Todos estos son temas de discusión largos. La reforma de estatutos debe de hacerse de forma pausada, y no a la trágala. No se puede utilizar una reforma estatutaria para intentar ganar cuota de poder. Están equivocados.

-Dibújeme, para terminar, el Montepío que usted quiere para el futuro.

-Quiero un Montepío social, solidario y sostenible. Lo que tenemos que hacer es ver qué políticas sociales vamos desarrollando. Hay que potenciar todas esas ramas para que las empresas funcionen, que nos den ingresos, para pagar deuda y poner en marcha más políticas sociales.

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