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Eurodiputada y diputado en Asturias, ambos de Podemos

El futuro de las comarcas mineras

La búsqueda de un modelo de energía limpia, con escaso impacto ambiental y eficiente

Las Comarcas Mineras han visto con sus ojos multitud de encuentros y actos, de diferente signo político en el que sus oídos podían escuchar gran variedad de proclamas de líderes políticos y sindicales en favor del carbón, la minería, del futuro de las cuencas y de sus habitantes.

En estas semanas hemos visto como CC OO, UGT y la patronal del sector planteaban un acuerdo que profundizaba en las mismas políticas que no han dado ningún tipo de resultado durante los últimos veinte años para salvar el sector. Medidas que más que al sector del carbón, beneficiaban a las eléctricas que ya tanto se benefician de las políticas dictadas por los sucesivos gobiernos socialistas y populares. Bonificaciones a la quema de carbón nacional, darles dinero de todos para que puedan adaptar su tecnología y seguir quemando carbón de exportación.

Cuándo Podemos entra en las instituciones, logra acceder con ello a los Consejos de Administración que hasta ahora habían estado reservados a quienes, en palabras del exsenador socialista y líder del SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa, llevaban "40 años viviendo de este negocio".

La entrada a los Consejos de Administración de las empresas públicas mineras, como Hunosa, permitió conocer la literalidad de esta frase, pues por cada reunión, sus integrantes se llevaban al bolsillo casi 900 euros, mucho más del salario mínimo interprofesional, a veces, por menos de una hora de reunión. Las personas en representación de Podemos, renunciaron a esta prebenda y denunciaron su obscenidad.

En respuesta a quienes alentaban que sus compañeros y compañeras se jugaran la vida en la mina o en las carreteras, mientras ellos vendían el cierre de la minería a cambio de jugosas cuentas en Suiza, era necesario crear espacios de trabajo con el objetivo de no quedarse en eventos aislados y unas cuantas fotos, sino que se inserten dentro de ese otro modo de hacer política que ha surgido desde hace unos años en las calles y ahora ha llegado a las instituciones para quedarse.

Y, ¿qué es la soberanía energética? La capacidad de una comunidad de gestionar la producción de la energía que consume. Este concepto se contrapone inevitablemente a cualquier modelo de producción centralizado y en manos de pocas personas o empresas. Fomentar la soberanía energética y la sostenibilidad en la producción es exactamente lo contrario que hizo el PP al ponerle un impuesto al sol.

Pero también es defender un sector estratégico para el país como es el carbón. Y para ello solo hay un camino: cerrarle la puerta al carbón de importación. Por motivos estratégicos, pero también por motivos ecológicos y laborales. No es de recibo en una sociedad democrática como la nuestra que estemos consumiendo carbones procedentes de explotaciones en las que los mineros se encuentran en situación de semiesclavitud sin ningún tipo de derechos ni seguridad.

Cuando hablamos de la minería siempre surgen enormes puntos de controversia porque la tan manida reconversión minera no ha dejado de ser, en realidad, la patata caliente que, durante todos estos años, se han ido pasando los gobiernos del PP y del PSOE. Una mala gestión política que ha traído consigo la retirada de ayudas económicas al carbón, numerosos ERE que afectaron a miles de mineros y trabajadores de las empresas que venían a sustituir el tejido económico de la minería y, además, el aumento de la importación de carbón extranjero, cuyo consumo ya ha invertido el balance y está en el 81,7% del total de carbón que se consume para producir energía. Una política realmente orientada a todo lo contrario de lo que significa la soberanía energética.

Porque es cierto: las élites políticas han defendido un modelo de país dependiente del exterior y formulado de espaldas a la ciudadanía, fomentando la cultura del saqueo según la cual las inversiones a realizar se decidían en base a amiguismos y pasando por encima de cualquier ley que se opusiera. Así, los fondos mineros sirvieron para engrosar la lista de infraestructuras como El Musel y su regasificadora, el Museo de la Lechería de Morcín o el viaducto de Artéu, que compiten en millones y despropósitos con la escalera mecánica que no lleva a ninguna parte, el rascacielos de mondadientes, la lupa gigante que acaba produciendo fuego en el rascacielos de mondadientes y el monorraíl de Springfield, ciudad norteamericana en la que reside la famosa familia amarilla de "Los Simpsons".

Tenemos un gran reto por delante: el desarrollo de alternativas y la reindustrialización. Necesitamos hacer una transición energética que cuente con el beneplácito de la mano de la familia minera; porque es la gente que vive y lucha por la supervivencia de las comarcas y la que se merece el mejor futuro para su tierra. En ese camino, es fundamental no clausurar las explotaciones de carbón ni las centrales térmicas a corto plazo mientras dure esa transición hacia las renovables y se necesite el uso de carbón. También desde una perspectiva ecológica, encaminada a reducir la necesidad de transporte -y así evitar sus emisiones- y no externalizar los costes ambientales y sociales en minas de Colombia, Indonesia o Sudáfrica. Mientras el carbón sea necesario, este será autóctono y que se usen las tecnologías ya desarrolladas, como, por ejemplo, la de la planta de la planta de Elcogas, cerrada por Endesa con la connivencia del gobierno del Partido Popular. Unas tecnologías que, sobre el proceso de gasificación, han conseguido emisiones 0, respetuosas con nuestro planeta.

En Podemos apostamos por la soberanía energética, una idea que se basa en el desarrollo de las energías renovables, en la eficiencia energética y en la autosuficiencia y que se contrapone de manera inevitable a cualquier modelo de producción centralizado y en manos de pocas personas o empresas. Y si hacemos esta apuesta hacia un nuevo modelo energético más sostenible es, precisamente, porque tenemos muy claro que nuestra prioridad es la gente, sus condiciones de vida y sus oportunidades de trabajo.

Debemos comenzar a caminar hacia el desarrollo de un plan de transición energética y un cambio de modelo productivo que, allá por el 2050, debería llevarnos a un modelo basado en producción limpia, con el menor impacto ambiental, el ecodiseño y la eficiencia energética. En lo inmediato, deben incorporarse a esta reactivación de las cuencas tanto las tecnologías existentes sobre los usos sostenibles del carbón, con una visión estratégica de futuro, como la tecnología en expansión del grafeno, como otras iniciativas tecnológicas basadas en el I+D+I que permitan diversificar la economía de las zonas mineras a corto plazo y supongan empleo y bienestar para la gente de las Cuencas ya.

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