Fue la última puya de Caneco. La de pelear por eso que tanto le gustaba: la vida. José Antonio Gutiérrez, "Caneco", "Puyaor de honor" de la Sociedad Humanitarios de San Martín de Moreda, falleció ayer a los 79 años. Llevaba ya unos años delicado de salud, pero sólo sus allegados lo sabían. Él, cada 11 de noviembre, se ajustaba el fajín y se calaba la montera. Sacaba la voz del cuerpo, bien alta como siempre, para conseguir un buen precio para la roscona. Nunca dejó de cantar: "Que San Martín se lo pague".

A él también tenía que pagárselo. Hace algo más de cincuenta años que Caneco y su grupo de amigos decidieron recuperar la fiesta de los Humanitarios de San Martín. Ellos consiguieron que la entidad tuviera un nombre que sonó aún más fuerte en 2006, cuando la sociedad recogió el premio "Pueblo ejemplar" de la Fundación Princesa de Asturias. El mes pasado, los Humanitarios le brindaron un cariñoso homenaje. Él acudió con la sonrisa puesta y lleno de anécdotas que contar: "A mí mucho me gustaba 'puyar' y luego andar por Moreda para sentir San Martín", explicó el 6 de junio a LA NUEVA ESPAÑA.

Porque Caneco sentía San Martín. Más que vivirlo, más que disfrutarlo. Decía que uno de los momentos más felices de su vida fue ver a su nieta Aida vestida de "Xana" (reina de las fiestas). Por ella y por César, su otro nieto, sentía adoración. La misma que por sus hijos: Jose y Begoña. Dos alleranos que heredaron de Caneco el espíritu humanitario. A Remedios Muñiz, su compañera de vida, la enamoró con su gracia. Vestía el mismo traje desde hacía cincuenta años: "Y para este próximo noviembre no lo voy a cambiar, ni hablar", dijo Caneco hace poco más de quince días. Siempre "puyando", hasta por la vida. Esta tarde, a las cinco, se celebrará su funeral de cuerpo presente en la iglesia de San Martín. En el pórtico que tan bien conocía, le despedirá la música de una gaita.