La emblemática sidrería Casa Mirito de La Felguera echa la llave. Tras "un periplo" de 55 años en el local del barrio felguerino de La Pomar, el negocio que regenta Edelmiro Arbesú Carbajal cierra sus puertas. "Fue una decisión difícil de tomar", reconoce el hostelero, cuyos clientes "aún no se lo creen". Pero desde mañana ya no se servirán los platos de cocina tradicional que han hecho tan conocida a Casa Mirito, ubicada en un local dedicado a la hostelería desde hace cien años, previamente con la Casa El Coz, y desde hace cerca de seis décadas regentado por la familia Arbesú.

Este negocio, señala Edelmiro Arbesú, conocido por clientes y amigos como Mirito, "te absorbe todo el tiempo porque sabes a qué hora abres pero no cuando cierras". Ahora, tras haber tomado la determinación de cerrar la sidrería, ya hace planes como "hacer deporte, pasear y leer", aunque reconoce tener cierto temor a "no poder llenar las quince horas diarias que dedicaba a trabajar". La "nostalgia" también se ha ido incrementando en estas últimas jornadas y recuerda a su madre, Gloria Carbajal, que falleció en 2014 y que ha sido "el alma y el faro de la sidrería", subraya Edelmiro Arbesú.

Gloria Carbajal llegó junto a su marido Manuel Arbesú a principios de los sesenta desde San Miguel de la Barreda, en Siero, a La Felguera. Allí se pusieron al frente del negocio hostelero y Casa El Coz se convirtió en la Sidrería Arbesú, aunque más tarde acabaría pasando a denominarse Casa Mirito. El actual dueño del negocio tuvo que asumir más responsabilidad con tan sólo 14 años cuando falleció su padre, con 44 años. Mirito Arbesú, escanciando, y su madre, a los fogones, siguieron al frente de un establecimiento que se ha convertido en una institución en La Felguera.

"Pota de oro"

De la cocina de Gloria Carbajal salían sus famosas manos de cerdo, conejo guisado o la lengua estofada, entre otros. La fabada era otro de los platos más afamados, que se solía ofrecer los miércoles. De hecho, Gloria Carbajal logró en 1996 el galardón "Pota de oro", concedido por la Sociedad de Festejos "San Pedro" en las jornadas gastronómicas de la fabada. "Era una cocinera excelente", asegura su hijo.

Volviendo la mirada atrás recuerda a aquellos que en los años 60 y 70 llegaban desde Oviedo y Gijón con las potas para llevar a su casa los callos y las manos de cerdo que elaboraba Gloria Carbajal. Y también a aquel cliente gijonés que acudía habitualmente a comer al local y que logró que le diesen la receta de las manos de cerdo para que las hiciese su esposa. "Días después volvió y pidió manos de cerdo. Y al preguntarle mi madre por el plato elaborado en su casa le dijo: "Me diste la receta pero no tus manos"". Ana Avello cogió estos últimos años el testigo en la cocina, con las recetas que aprendió de Gloria Carbajal.

Casa Mirito fue también cada año, de febrero a mayo, el escenario de un campeonato de tute que llegaba a reunir alrededor de 15 parejas. "Lo organizamos durante 25 años", subraya el dueño del negocio. El establecimiento hostelero de la plaza de La Pomar "ha evolucionado con la sociedad", asegura Edelmiro Arbesú. Cuando comenzó su andadura "alrededor era todo industria, había un taller cada cien metros", indica. Ahora, "donde estaban los talleres hay bares" y a La Pomar llegó la movida de los años 80. Y se produjo un cambio de clientela pero, asevera, "los jóvenes siguen viniendo y pidiendo los platos tradicionales".

Por Casa Mirito pasaron varias generaciones de las mismas familias y se reúnen en torno a un plato de comida y una botella de sidra abuelos, padres y nietos. Un punto de encuentro que cerrará sus puertas y que lamentan clientes como Secundino Gil. "Voy a echarlo de menos. Un bar tradicional como este no lo encuentras", dice, sobre la sidrería felguerina en la que jugaba al tute pero que ha sido también el lugar de tertulia "desde siempre".

Algunos de los parroquianos no acaban de creerse que el negocio cierre sus puertas pero Arbesú asegura que la decisión es definitiva. Ya en ocasiones anteriores se lo planteó pero ahora no hay marcha atrás, sostiene detrás de la barra del establecimiento, donde reunirá a sus amigos antes de echar la llave.