La resonancia del ruido de los disparos sigue escuchándose en Ujo. Esta semana se han cumplido seis años del asesinato de Juan y David Ferreduela, abatidos a tiros mientras celebraban un cumpleaños en el área recreativa de la citada localidad mierenses. De los tres implicados en el crimen, sólo uno permanece en la cárcel. Carlos Vargas, autor confeso de los disparos, cumple una pena de más de 40 años. Por contra, su padre (Carlos) y su hermano (José) quedaron en libertad en septiembre de 2014. Ambos habían sido condenados únicamente por un delito de lesiones. "No se ha hecho justicia", sostiene la familia Ferreduela.

La sentencia dictada en mayo de 2013 estableció como hechos probados que los tres Vargas "decidieron de forma conjunta y de mutuo acuerdo -tras proveerse de diversos instrumentos, como una vara de fibra, una cachava y una pistola- acudir hasta el área recreativa donde se encontraban las familias Ferreduela y Barrul celebrando un cumpleaños con la intención de enfrentarse a los allí presentes y, en su caso, ejecutar los actos letales que surgieran". El fallo dejó claro que Carlos Vargas hijo fue el autor material de los disparos, tanto de los que acabaron con la vida de David y Juan Ferreduela como los que iban dirigidos a José Luis y Jonathan Gabarre, que considera como tentativa de homicidios. El escrito también sostiene que "los tres acusados golpearon con los objetos que portaban en sus manos, cachavas y pistola, a Adelina Vargas, así como a las hijas de ésta". Tras el relato de los hechos, el tribunal dio a entender que los tres procesados eran coautores porque "contribuyeron a la producción de los resultados letales y lesivos". Sin embargo, argumentó que las muertes de David y Juan Ferreduela debían ser consideradas homicidio y no asesinato, tal y como pedía en primer término la acusación, "porque no cabe vislumbrar la presencia de la alevosía".

Carlos Vargas Jiménez y su hijo José Vargas, que resultaron absueltos de homicidio por el doble crimen, se encuentran en libertad desde hace casi dos años. "Siempre dijimos que confiábamos en la justicia, pero nos ha decepcionado", sostiene la familia Ferreduela, que actualmente pasa nuevamente por un penoso trance, ya que el patriarca, Narciso Ferreduela, padre y hermano de los fallecidos y uno de los integrantes más respetados de la comunidad gitana de Mieres, se enfrenta a una grave enfermedad, por lo que permanece ingresado en el Hospital Central de Asturias.

La muerte de David Ferreduela fue especialmente sentida en Mieres. Con apenas 24 años, se había convertido en uno de los principales líderes de la comunidad. Hasta tal punto era ya influyente que incluso en el Ayuntamiento muchos auguraban un inminente salto a la política, ya que algún partido había contactado con él para incluirlo en sus listas electorales. En 2011 recibió, a título póstumo, el galardón de "Mierense del año".

Durante los registros posteriores al crimen, en casa de los Vargas se encontró una bolsa en la que había una pistola calibre 9 milímetros con numeración aparentemente borrada; dos cargadores con restos de sangre, uno de ellos con dos cartuchos de 9 milímetros de punta hueca y estriada (el cargador introducido en la pistola estaba vacío); una pistola con el cargador vacío; una pistola del calibre 9 milímetros parabellum con cargador vacío y decenas de cartuchos.

"No estoy orgulloso de lo ocurrido y me arrepiento de cómo actuamos porque se podría haber hecho de otra manera", afirmó Carlos Vargas durante el juicio en el que fue condenado por homicidio.