La Asociación de Vecinos "La Fuentina" de La Rebollada realizó ayer por segundo año consecutivo la ascensión al "prau" colindante al cementerio parroquial. Es lo que se conoce como "burrá", debido a que el trayecto se recorre acompañado de este animal.

En origen, la tradición consistía en cargar a un par de asnos con cestas de comida y bebida desde el bar "Casa Julia" hasta el pico Gúa, donde los hombres del pueblo pasaban el resto del día. Como en la "burrá" sólo participaban varones, las mujeres decidieron organizar su propia fiesta para ellas acompañadas de sus hijos.

Esta tradición se había perdido durante años, hasta que en 2015 los vecinos de La Rebollada decidieron recuperarla con algunas modificaciones: sin carga para los animales y con la participación de hombres, mujeres, niños y ancianos. "Quisimos recuperar la 'burrá' para hacerla un modo más familiar de pasar la tarde", comenta Sabino García, uno de los principales impulsores de la iniciativa.

El recorrido comenzó desde la parada de autobús y finalizó cerca del cementerio. Se hizo un trayecto más corto para hacerlo más llevadero para las personas mayores. Tampoco hubo la albarda que se dispuso el año pasado por si algún niño quería montar en el équido.

Tras la "burrá", en la que participaron cerca de medio centenar de personas, la fiesta continuó en la carpa del parque. Allí no faltó ni la música de gaitas, ni los juegos tradiciones, como el pañuelo, el tiro de la soga y carreras de sacos.

La figura del Padre Ángel también estuvo muy presente tras su nombramiento como hijo predilecto de Mieres. Sabino García adelantó parte de lo que será el homenaje al religioso, nacido en La Rebollada, el próximo mes de octubre antes del acto de entrega de la distinción. "Vamos a dedicarle una escultura en el aparcamiento situado delante de la iglesia de Santa María Magdalena con un relieve de su cara", afirmó García.