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Lo que la piscina se llevó

Los vecinos de Pénjamo ven prácticamente imposible que la instalación pueda reabrirse y denuncian que el cierre "mató" este barrio de La Felguera

Lo que la piscina se llevó F. RODRÍGUEZ

Desde que se cerraron las piscinas, "Pénjamo se murió". Es la frase más repetida por los vecinos de este barrio de La Felguera, que ha visto decaer su vida social tras la clausura y posterior abandono de unas instalaciones que forman parte de la historia de la comarca. Ahora, el desastre es mayúsculo y la gente no ve arreglo posible. Los deseos de volver a disfrutar de las piscinas se contraponen con una resignación que dura ya años. Hace ocho que se cerraron, y desde hace dos, ya apenas hay movilización para intentar resucitarlas y lograr que vuelvan a ser un referente en la oferta de ocio del valle del Nalón.

Cristales rotos, accesos peligrosos, paredes carcomidas por el paso del tiempo, y sobre todo, nostalgia. Nostalgia por ver en lo que se ha convertido el que era el punto de encuentro de vecinos y amigos, donde muchos langreanos aprendieron a nadar. Marino Fernández, minero prejubilado, mira el aspecto actual de las piscinas y viaja al pasado: "pensar que esto antes era un lujo, y ahora está dejado de la mano de Dios", lamenta. Fernández tiene claro cuál es el motivo de ese estado: "la razón es puramente económica, invirtieron en las de La Felguera, y esto lo abandonaron completamente. Si lo que se invirtió en las otras, se hubiera puesto aquí, otro gallo cantaría", explica. Este vecino del barrio recuerda que "veníamos todos los días, esto en verano era una maravilla, todos aquí reunidos", y explica que "los años posteriores al cierre sí que hubo manifestaciones, pero entre que no nos hicieron caso y que la gente se acabó cansando, pues abandonamos la reivindicación".

Aún así, y a pesar de estar completamente en desuso, las instalaciones de Pénjamo siguen dando problemas. "Y no solo es que esté cerrado, es que puede entrar cualquiera, no hay vigilancia. Que esté así es hasta peligroso", esgrime el vecino, y añade que "hubo denuncias para que al menos se protegieran los accesos, pero hubo individuos que robaron, saquearon las instalaciones y llegó un punto en el que los vecinos no nos quisimos meter en más líos". Para Marino Fernández, no hay futuro en las piscinas: "si no se hizo ya no se hará". Lo tiene claro, y sentencia: "a Pénjamo el no tener esto le ha matado".

Entre lo parroquianos del bar del barrio mantienen la teoría: "es lamentable, una vergüenza tener eso ahí, algo que es historia de la zona". Hay emoción en unos vecinos que pasaron allí muchos veranos de su vida. Julio Bueno, que regenta el bar junto a su padre, que se llama igual, explica: "al cerrar aquí en el bar perdimos mucho, pero quizás eso no sea lo más importante, porque los que son de Pénjamo siguen viniendo", cuenta. Recuerda que "antes, con las piscinas, había ocho establecimientos y ahora quedan tres", pero más a título personal, le da "verdadera pena ver cómo lo han dejado todo, por los recuerdos, porque algunos hemos crecido en el agua de esas piscinas". "A Pénjamo le daba mucha vida, una vida que ya no hay", cuenta con determinación.

Algunos no se quieren mojar en quién tiene la culpa de la situación actual, pero otros, como Abel Crespo, apelan al dinero. Este vecino explica que "la reforma o la reapertura hay que pagarlas, y no hay fondos". Prosigue diciendo que "es muy cierto que el barrio perdió vida, esencia, pero también se perdieron puestos de trabajo, y ahora estamos en un punto de no retorno", y además, lamenta que "incluso tal y como están necesitan vigilancia, porque es un peligro". Crespo mantiene la voluntad del resto, pero no la esperanza: "ojalá se volvieran a abrir, pero no será realidad, ni mucho menos".

Nostalgia

Teresa Gómez y Diana Fernández también pasaron veranos en Pénjamo. Gómez nació allí, y recuerda con nostalgia como "aprendí a nadar, iba con los amigos, con la familia, con los vecinos. Aquello era una maravilla. Ahora se han construido las de La Felguera y Pénjamo es como si no existiera. El deseo de todos es que se vuelva a abrir, pero es inviable ahora mismo", sentencia. Por su parte, Fernández apela al hecho de que "yo cuando era niña iba, y ahora tengo dos hijas y qué más quisiera yo poder llevarles. Los que somos de por aquí, todos íbamos a Pénjamo, quien más quien menos pasó días de verano allí". A pesar de esos recuerdos, baja a la realidad y tiene claro que "con la situación actual es imposible que se vuelvan a abrir".

Hay muchos vecinos que con nostalgia y pena, desean que las piscinas vuelvan a ser lo de antes, sin ser excesivamente críticos. Pero hay otros que son mucho más directos. Serafín Estévez no se corta: "de todo esto tiene la culpa el Principado. Es una abandono lamentable", y va más allá diciendo que "no es que no haya dinero, es que no se lo quieren gastar porque seguramente no les venga bien que Pénjamo tenga piscinas".

Para Serafín Estévez la situación es mucho más sencilla de lo que parece. "Cuando se abrieron las de La Felguera, aquí estaba todo hecho. Una reforma mínima, y listo", cuenta. Y se une a la plegaria: "al barrio nos mató". En Pénjamo el problema no es que se han vaciado las piscinas de gente, es que también se vaciaron las costumbres de quienes aprovechaban los veranos para juntarse en torno a unas piscinas, que hoy son solo parte del pasado. Un pasado que muy a pesar de los vecinos, es muy posible que nunca vuelva.

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