Cerca de un centenar de personas se reunieron ayer en la fiesta ganadera del puerto de Pinos en lo que fue su regreso tras un año de ausencia.

Nicanor López Brugos, el célebre cura encargado de oficiar la misa, recordó este detalle al inicio de su sermón, que comenzó alrededor del mediodía bajo el sonido de las gaitas. El sacerdote dio las gracias al Ayuntamiento por conseguir retomar esta tradición, que definió como un encuentro con la naturaleza, a la que hay que cuidar, y una fiesta de solidaridad amor y amistad.

Tras la eucaristía, los asistentes se dirigieron a la carpa habilitada por el consistorio mierense para celebrar la comida en la que hubo variedad de platos: embutido, tortilla, queso y alitas de pollo, entre otros. Todos fueron preparados en las cocinas de Casa Mieres. El famoso refugio ganadero se llevó gran parte del protagonismo en la mañana de ayer. Hace más de un año, el establecimiento se convirtió en un capítulo más de la polémica entre el Ayuntamiento de Mieres y la Asociación Montaña de Babia y Luna.

Aníbal Vázquez interrumpió momentáneamente sus vacaciones para estar presente en el puerto de Pinos. El alcalde de Mieres recordó que "el puerto fue comprado por nuestro Ayuntamiento en 1926, y por tanto es de propiedad privada". Además recalcó que "la polémica la tienen ellos con nosotros, y nosotros simplemente defenderemos nuestros intereses".

La demanda interpuesta por el colectivo leonés contra la licencia que otorgó el Ayuntamiento de San Emiliano para la explotación de Casa Mieres prosperó y el refugio, símbolo de la propiedad mierense del monte desde hace noventa años, fue cerrado de manera cautelar en julio de 2015. El recurso presentado por el Ayuntamiento de Mieres fue tenido en cuenta por el TSJ de Castilla y León y el equipamiento volverá a abrirse en cuanto haya un nuevo adjudicatario tras la renuncia del anterior.

Durante la mañana de ayer, la temperatura rondó los 25 grados, lo que hizo que mucha gente optara por la playa en vez de subir al puerto. Sin embargo, no faltaron clásicos como Manuel Cosío, que a sus setenta y ocho años, lleva más de cincuenta subiendo a Pinos. "Esto empezó siendo una pequeña cuadra que fueron arreglando poco a poco con servicios, duchas y habitaciones", recuerda Cosío, durante años tratante de ganado. Con respecto al cierre de Casa Mieres, declaró que "con lo que siempre fue este sitio, es lamentable que ahora no funcione ni un simple bar".