María Vázquez Álvarez, Mari para sus fieles clientes y amigos, vivirá el próximo viernes una jornada muy emotiva cuando gire por última vez la llave para cerrar de modo definitivo la puerta del establecimiento hostelero más antiguo de Morcín, el bar El Cruce, que fundó su abuelo Manuel Vázquez como bar tienda en 1880 en Santa Eulalia cuando todavía esta localidad no era la capital del concejo. De hecho, fue en 1935 cuando la capitalidad del concejo se trasladó de Castandiello a Santa Eulalia.

Atrás quedarán 136 años de historia, de dedicación de tres generaciones familiares y el paso de miles de clientes que durante tres siglos distintos desfilaron por este emblemático bar situado en un cruce de caminos primero y de carreteras después, que fue punto de encuentro de morciniegos y forasteros y que no cerró ni un solo día durante todo este tiempo.

Mari cogió las riendas del negocio familiar hace cincuenta años y ya le ha llegado la hora de jubilarse aunque lo ha retrasado un año y medio debido a lo feliz que se siente en su trabajo ya que le gusta lo que hace y disfruta con ello. Sus hijas María José y Ana han orientado su vida laboral en otros sectores. La primera trabaja como intérprete en Toronto (Canadá) y la segunda, licenciada en Economía, como empleada bancaria en Oviedo.

En este emblemático e histórico establecimiento se sirvieron antaño bodas y banquetes, también fue pensión y en 1954 se sirvió el ágape de la inauguración de la nueva casa consistorial. Mari, quien perdió a su padre cuando apenas contaba seis años de edad, ayudó a su madre desde niña en las tareas del negocio incorporándose definitivamente a los dieciséis años tras acabar sus estudios en el colegio de las Teresianas de Oviedo.

"Por aquí pasó el vino en pellejos y en barricas, se sirvieron miles de comidas y cenas. Mis clientes son de lujo", afirma María Vázquez, quien tras enviudar con 59 años decidió seguir adelante hasta ahora. En la actualidad, además de bar, despacha las quinielas y la primitiva, vende LA NUEVA ESPAÑA, recoge recados y paquetes para sus clientes y hasta era la depositaria de las llaves de las capillas medievales ubicadas en la cima del Monsacro por si algún montañero se las solicitaba. También ha sido siempre parada del autobús. En 1943 el diario "Región" recogía un anuncio publicitario del bar con motivo de las fiestas de La Probe en La Foz de Morcín que indicaba "Viuda de Manuel Vázquez, paquetería, ultramarinos y bebidas. Santa Eulalia de Morcín".

En su establecimiento se han celebrado acontecimientos sociales de toda índole y era punto de encuentro de las once peñas de caza existentes en el coto de Morcín. Mari es una persona con una actitud muy positiva que muestra un carácter alegre y feliz. "No entiendo como la gente de ahora se aburre. Siempre hay algo que hacer", comenta. Su bar es su casa. De hecho, todo forma parte de la misma vivienda. La cocina del bar es la cocina de su casa. "Tengo unos clientes de lujo que son estupendos" afirma María Vázquez mientras Víctor Martínez, de 64 años, cliente de toda la vida del pueblo de Busloñe, manifiesta que "ahora nos deja huérfanos. Nunca cerró, ni cuando tenía celebraciones familiares. Aquí venimos a descansar nosotros los clientes, la familia Vázquez nunca descansaba, siempre trabajando y con buena cara".

El goteo de clientes en el bar es constante, entran unos salen otros y Mari siempre con su sonrisa y su cariño que les arropa a todos. "Voy a llorar mucho cuando cierre la llave el próximo viernes porque pondré fin a una etapa maravillosa de mi vida y de mi familia aunque gozo de buena salud y no me faltan ganas de trabajar. Tengo sesenta y seis años y ya he retrasado año y medio mi jubilación", afirma.

José Ramón Bonet, un jubilado de ochenta años que lleva los últimos doce residiendo en Santa Eulalia, dice que "me da mucha pena que cierre el bar pero me alegro por Mari, merece descansar, vengo aquí todos los días y ahora tomaré el café en mi casa".

La situación más compleja que vivió el establecimiento fue el 23 de junio de 1988, víspera de San Juan, cuando una riada causó enormes destrozos en varias edificaciones de Santa Eulalia y el agua llegó hasta la altura de 2,10 metros dentro del bar y Mari aún recuerda a su madre de pie encima del mostrador. "Los vecinos de Morcín fueron muy solidarios y más de cincuenta personas vinieron a ayudarnos para limpiar la casa y el bar. Les estaré eternamente agradecidos por lo bien que la se ha portado siempre con nosotros".

Junto al bar, además de la parada del autobús también estaba ubicada la parada de los taxis y era el cruce de tres carreteras: la antigua que iba a La Foz y a Riosa en una dirección, a Oviedo en la otra, y a San Sebastián, La Piñera y Peñerudes. Luego cuando se abrió la Carretera Nacional 630 el traficó se desvió aunque seguían parando en el bar los mineros que iban a trabajar al pozo Montsacro y Nicolasa.

Uno de los momentos más felices que recuerda la propietaria del bar El Cruce fue a principios de los años noventa del siglo pasado cuando vendió en el bar el primer premio del cupón de la Once que repartió de aquella 250 millones de las antiguas pesetas entre sus clientes. "Fue un jueves y terminaba en siete", recuerda. En el comedor de su establecimiento se celebraron todo tipo de actos, desde fiestas, mítines políticos, reuniones de asociaciones de mujeres como la de "So La Malena" de la que Mari Vázquez es socia activa y hasta de comunidades de vecinos.

En los últimos años el café, el agua, la cerveza y el vino de marca, han desplazado el protagonismo que anteriormente tenía el consumo de anís corriente y de guindas, el coñac, los cubas libres y el vino corriente.

"Siempre abrimos a las siete de la mañana y cerramos sobre las nueve de la noche". El secreto de su éxito ha sido no discutir y siempre respetar a las personas. La gente necesita que la escuchen y en ocasiones ejercía como psicóloga o confesora. "Estoy muy agradecida a todos los vecinos de Morcín por haber sido nuestros clientes durante tantos años y por haberme tratado siempre muy bien". El exquisito servicio que Mari presta a sus clientes, siempre con la sonrisa en su boca, va más allá de lo imaginable. Cuando le entrega un ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA a un cliente hasta le deja unas gafas para los que ya tienen problemas de vista.

Este viernes servirá sus últimos cafés y agasajará a todos sus clientes y amigos con una merienda para poner fin a 136 años de historia de un emblemático establecimiento que ha visto en todos estos años como se inauguraba en 1921 el mercado semanal de los miércoles de Santa Eulalia, como llegaba la carretera y los primeros coches al concejo en 1929, como el Morcín derrotaba al Unión Ovetense en 1952 en el antiguo campo de fútbol del Remolinón, como en 1970 se construía la Nacional 630 de los túneles y como en los años noventa el pueblo acogió a centenares de nuevos vecinos que vinieron a residir a las nuevas urbanizaciones que se construyeron.

María Vázquez disfrutará a partir de ahora de su merecida jubilación residiendo en la misma casa de siempre donde está ahora el bar pero ya no pondrá más cafés. Si acaso, alguno para alguna amiga que venga a visitarla pero, eso sí, siempre con la sonrisa en su boca. Una auténtica profesional que ha conseguido durante todos estos años que sus clientes sean sus amigos. Quien siembra amor siempre recoge cariño y eso es lo que le toca ahora a Mari. Sin duda, se lo merece.