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Vigilantes privados siguen controlando el viejo hospital por el alto riesgo de robos

Los encargados de la seguridad del complejo, cerrado hace dos años, alertan de la presencia de "vehículos sospechosos" rondando el edificio

Un vigilante de seguridad, en las inmediaciones del antiguo hospital de Murias. FERNANDO GEIJO

El viejo hospital de Murias sigue manteniendo vigilancia de seguridad dos años después de la apertura del nuevo complejo sanitario de Santullano. La empresa privada contratada por el Principado para velar por las instalaciones sigue custodiando el complejo las 24 horas del día para evitar robos. Y es que en el interior de los edificios aún quedan equipos sanitarios y algunos "materiales de valor".

La intención inicial del gobierno regional era suspender el servicio de seguridad a finales de 2014. El viejo hospital quedó fuera de servicio en mayo de ese año, aunque durante un tiempo siguió albergando el archivo médico. Hace meses que las instalaciones están sin ninguna actividad. El riesgo de robos es muy alto. Los encargados de las labores de seguridad reconocen que con frecuencia transitan por los alrededores "vehículos sospechosos". Están convencidos de que el antiguo hospital será "desvalijado" en cuanto no haya vigilancia. Además de algún equipo y mobiliario, las instalaciones cuentan con una gran cantidad de hierro, cobre y otros materiales con demanda en el mercado.

De momento se desconoce hasta cuando el Principado seguirá asumiendo los gastos que genera la cobertura de seguridad privada en el viejo centro sanitario de Murias. El que fuera hospital comarcal durante 60 años, hasta la apertura de las actuales dependencias sanitarias de Santullano, quedó totalmente vacío en enero de este año al proceder el Principado al traslado del archivo, la última dotación que permanecía en el inmueble desde el cese de la actividad asistencial, en mayo de 2014. Concluido el proceso de traslado sanitario, las dependencias de Mieres se enfrentan ahora a un periodo de incertidumbre y, todo indica, de decadencia y deterioro. El problema que parece más acuciante es el de seguridad. El Principado ya informó en su momento al Ayuntamiento de Mieres de que, una vez quedara el inmueble sin actividad, procedería a tapiar todos los accesos para evitar robos y actos vandálicos.

Los vigilantes que se encargan del control de las instalaciones sostienen que cerrar puertas y ventanas "no detendrá a los ladrones". Así, las instalaciones siguen contando con la presencia de guardias dos años después de que el último paciente fuera atendido. El futuro del inmueble no está nada claro. La Seguridad Social, propietaria del viejo hospital Álvarez-Buylla, ya comunicó hace tiempo a IU, partido que sustenta al gobierno de Mieres, que no maneja ningún tipo de proyecto para dotar de actividad al equipamiento. Las administraciones públicas no han planteado ninguna propuesta clara a la hora de buscar actividades que tengan cabida en las antiguas dependencias.

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