Julio González, presidente de Festejos de El Carbayu, aseguró que "los langreanos estamos orgullosos de nuestra fiesta" y animó a "otras personas, con nuevas ideas", a presentarse a la asamblea del próximo año. "A veces dedicarse a esto es ingrato, pero a la vez también muy gratificante porque sientes la devoción y simpatía de todos los vecinos por este festejo".

El encargado de cerrar el turno de intervenciones fue el Alcalde. Jesús Sánchez aseguró sentirse "más orgulloso que nunca de ser langreano" y pidió "no rendirse" ni "caer en el desánimo" a pesar de que "los que estuvieron al frente del Ayuntamiento anteriormente" -en referencia al PSOE- "digan que esto se hunde". El regidor conminó a las grandes compañías que "tienen suelos privilegiados en Langreo" a decidir "qué quieren hacer con ellos" porque, de lo contrario, se les aplicarán "medidas fiscales" para facilitar su uso. También remarcó el "compromiso" con los servicios sociales del Ayuntamiento, "el segundo que más gasta en Asturias en este capítulo por detrás de Gijón".

En su repaso a la actualidad municipal, Sánchez aludió a dos proyectos clave para el concejo. "Es esperpéntico que se esté llegando al final de la obra del soterramiento y que exista la posibilidad de que los trenes sigan pasando por arriba porque no hay fondos para la instalación del tendido; entre el PSOE y el PP la casa está sin barrer. En el caso del centro de discapacitados de Barros tengo un moderado optimismo y esperanzas fundadas de que pueda abrirse en 2017". Y añadió: "Hay que aprobar una ley de uso y gestión para su apertura. Es un centro muy importante que generará 150 empleos directos y otros tantos indirectos". Por último, Sánchez abogó por "mejorar los servicios municipales" mediante tres líneas de actuación que ya están en marcha: la modernización del parque de maquinaria, la reorganización de la plantilla y la aplicación de las nuevas tecnologías.

Los grupos de baile "Los Asturianos de Riañu" y "Reija" tomaron el relevo a autoridades y galardonados aprovechando el respiro que dio la lluvia. La misa de este año tuvo que celebrarse en el interior de la ermita y no se montaron las mesas en el entorno de la iglesia para la tradicional comida campestre. El temor a que el agua regresara incluso motivó que, en un primer momento, los organizadores informaran de que la procesión quedaba suspendida. Finalmente pudo celebrarse. El manto verde de la patrona logró ahuyentar los nubarrones.