El centro de día de Alzhéimer y otras demencias de Lada recibió ayer a unos voluntarios muy especiales: los usuarios del CAI (Centro de Apoyo a la Integración) de Pando. Usuarios de ambos centros compartieron una jornada de convivencia basada en el trabajo y la mutua confianza. Colaboraron en el arreglo y manetimiento del huerto, y posteriormente participaron en una serie de juegos y actividades musicales.

Los usuarios del CAI de Pando llegaron antes de las once de la mañana al centro de día de Lada. Su misión inicial era clara: ayudar a los residentes del centro de alzhéimer a realizar las tareas de mantenimiento del huerto que plantan y mantienen en sus instalaciones. "Hemos venido a trabajar, a arrancar el morgazu" (las malas hierbas), explicaba José Fernández. Junto a él, su compañera en el CAI María de los Ángeles Calvo también tenía ganas de ponerse en marcha. "Nos gusta hacer estos trabajos", explicaba. Los usuarios del Centro de Apoyo que ayer estuvieron en Lada tienen formación en el taller agrícola que se imparte en Pando.

La persona que, posiblemente, más agradeció la ayuda fue Gregorio García. Maquinista en el pozo Mosquitera durante 35 años, es el alma del huerto del centro de día de Lada. "Nos enseña muchas cosas de la huerta", afirmaban los monitores del centro de Lada. En su zona exterior tienen plantados pimientos, tomates, fabes, verdura, girasoles... también algunos árboles frutales y flores. Pese a los años, a Gregorio García no le cuesta doblar el espinazo y trabajar con la fesoria. Lo que más le gusta cuidar son "los tomates", que siempre recomienda sembrar junto a otras plantas porque así "acaban creciendo mejor. García es "una persona muy activa", explica la directora del centro de día de alzhéimer, Diana López. Junto a él, varios usuarios más de la instalación ayudaron en diversas tareas, sobre todo, en la de arrancar alguna que otra mala hierba que empezaba a crecer en la tierra.