La farmacia del nuevo hospital Álvarez Buylla de Mieres dispensa una media de 1.000 dosis al día. Un importante volumen de medicamentos que se controla de forma robotizada desde hace dos años. Este avance tecnológico, en el que el centro mierense es pionero junto al hospital de Reus, centró ayer parte del congreso nacional de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria que se desarrolla en Gijón. Un grupo de cuarenta profesionales, entre licenciados en Farmacia, residentes y trabajadores de hospital acudieron hasta Mieres para ver in situ cómo trabaja esta máquina, denominada "BoxPicker".

"Si por algo destaca el robot es por las altas cuotas de seguridad que alcanzamos, tanto en la preparación como en la dispensación del medicamento", explica José Miguel Brea, jefe del servicio de Farmacia. De hecho, la tasa de error es de un 0,3 por ciento, nada que ver con el sistema tradicional, donde el porcentaje se elevaba más de cinco puntos con respecto al actual. "Es casi imposible que un paciente obtenga una medicación diferente a la que se la recetado", destaca Brea. Y es que, según esta estadística, sólo se equivocarían en el tratamiento de uno de cada trescientos pacientes. Con el sistema tradicional, la equivocación a la hora de dispensar el medicamento podía llegar a uno de cada veinte pacientes. La seguridad no es la única ventaja, también se consigue cierta inmediatez con este sistema. Desde que se solicita un medicamento hasta que llega al paciente hospitalizado pueden pasar dos horas, pero si es un paciente que precisa el medicamento de forma urgente, "es inmediato".

Otro aspecto que destacó el jefe de Farmacia es la optimización del tiempo, "no hemos reducido personal, pero si hemos optimizado su trabajo para que puedan realizar otras tareas mucho más necesarias". También se ahorra. Cuando se puso en marcha el robot hace ahora dos años, se hablaba de que el ahorro podría alcanzar el 10%. Y es que el equipo elige los fármacos que están más cercanos a caducar, para no tener que tirar los medicamentos. El sistema también permite reutilizar aquellas medicinas que han sido devueltas por el cambio de tratamiento, algo que resulta impensable con otros sistemas de dispensación que se utilizan en los hospitales. En cuanto a los fármacos más usuales, Brea destaca los analgésicos, los antibióticos, los antiinflamatorios y los antipertensivos. "No hay mucha diferencia con otros hospitales de agudos", apunta.

Los participantes en el taller ofrecido en Mieres tuvieron la oportunidad de ver el funcionamiento del "BoxPicker". Los pacientes ingresados están provistos de una pulsera en la que se guarda la información sobre el tratamiento que precisan. Estas prescripciones son enviadas informáticamente al robot, que también se encarga de controlar los tiempos de las tomas, suministrando los medicamentos necesarios. La unidad central del sistema es una gran cámara con varios departamentos. El módulo destinado al almacenaje de los fármacos está dotado con un exclusivo dispositivo para la refrigeración, que mantiene la temperatura entre los dos y los ocho grados, según las necesidades. El propio robot se encarga también de fraccionar las dosis, añadiéndoles un código de barras donde se muestra el paciente al que va dirigido, el lote y la caducidad. Un trabajo que, como señala Brea, "acabarán viendo en el futuro los participantes en este congreso, aunque ahora sólo somos dos hospitales en todo el país, el sistema se irá implementando de forma paulatina en el resto de centros". Actualmente se utiliza en numerosos hospitales de Estados Unidos, así como en Francia y Alemania.

Apuesta

El Servicio de Salud del Principado de Asturias optó por el robot para el hospital de Mieres debido a sus características, mientras que el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), en Oviedo, trabaja con un sistema automatizado. Este modelo incrementa la cuota de error, aunque no llega a los niveles de la farmacia tradicional, que era totalmente manual. El "BoxPicker" supuso una inversión de 1,7 millones de euros y su puesta en marcha no estuvo exenta de polémica, al menos en un primer momento, ya que se provocaron algunos fallos con el sistema. "La adaptación fue dura, y tardamos al menos un año en conseguir que el robot funcionara a pleno rendimiento", subraya Brea, asegurando que "para mi es todo un orgullo poder trabajar en el hospital de Mieres, porque ahora sí que estamos disfrutando del trabajo y agradecemos esta apuesta tecnológica".