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JOSÉ JAVIER SOUTO | Poeta mierense, autor de "De la vida, de la muerte, del amor"

"La muerte de un hijo causa un amor doloroso que cambia a las personas"

"Un accidente en la mina me provocó dos enfermedades degenerativas; olvido palabras, pero escribir me ayuda"

José Javier Souto, con su último libro. JUAN PLAZA

Un accidente en la mina hace treinta y un años marcó para siempre la vida del poeta mierense José Javier Souto, que acaba de publicar "De la vida, de la muerte, del amor" con la editorial maliayesa Ediciones Camelot. El poemario supone su tercer libro en solitario, pero no será el último. Souto tiene entre manos una novela y muchas más ideas que seguro volverá a plasmar sobre el papel.

-¿Qué es "De la vida, de la muerte, del amor"?

-Son tres facetas distintas con las que cambio un poco sobre mi anterior trabajo, que casi siempre estaba centrado en la muerte. Primero trato la vida, desde que naces hasta que mueres, pero también pienso que la vida y la muerte van juntas, mientras que el amor es un punto y a parte dentro de estas dos cosas. Es un poemario extenso, sin pausas, sin títulos, sin nada; también hablo de los años vividos y lo comparo con las estaciones del año. Aquí expreso ese sentimentalismo que te puede producir tener un bebé en brazos o el que te entra cuando estás cerca de una persona que ha fallecido. En cuanto al amor, hablo de él, pero sin límites ni comparaciones, el amor por un recién nacido, el amor de padre o cuando se termina el amor. También hablo del amor puro de dos poemas al final, el de los padres que sobreviven a sus hijos. Uno de ellos está dedicado a un chaval de Mieres que falleció hace bastantes años y cuyos padres siguen vivos con esa pena; el otro es sobre una chica de catorce años de Burgos que murió en un accidente de tráfico a los pies de su madre. Creo que es un amor doloroso, pero necesario, que marca a esas personas para siempre.

-Dice que la muerte siempre ha estado presente en su carrera literaria.

-Sí, el primer libro no era de muerte humana, sino de los pueblos, y también hablé de los mineros, su vida, su muerte; los comparo con la profesión de marinero, porque me parecía que tenían mucha relación. En el segundo libro ya hablé de muerte pura, desde que empieza hasta que termina. Era un poemario funesto, pero a la vez vivo, hablando de la muerte sin tapujos, pero también de la esperanza.

-¿Por qué empezó a escribir?

-A consecuencia del accidente padecí dos enfermedades degenerativas, olvido palabras, formas, me cuesta expresarme, y también me cuesta escribir porque no me acuerdo prácticamente de cómo se escribe, pero aún así consigo sacar adelante el trabajo. Primero lo intenté con las manualidades, pero lo que me falló en un principio fueron los músculos, y avanzó de tal forma que tuve que renunciar a ello, así que comenzaron a salirme las palabras. También ayudó mi hija, que también es escritora, además de Filóloga y correctora, realmente ella fue la que me inició en el asunto de la escritura. Al principio comencé haciendo relatos, publiqué un libro en conjunto con otros autores, entre ellos Tino Pertierra, de LA NUEVA ESPAÑA, pero quería hacer más, llegar a hacer una novela, pero se me hace difícil, sobre todo porque me olvido de cosas. Si me preguntas ahora por los versos de mi último poemario, no me acuerdo, me emociono si los escucho, pero nada más.

-¿Qué recuerda de su accidente?

-Poco, porque perdí el conocimiento, pero tenía 24 años y fue en el pozo Tres Amigos. Me ocurrió lo que ocurre en la mina, lo que piensas que nunca te va a pasar a ti, pero te pasa. Quedé sepultado sin que mis compañeros se enterasen de que estaba allí. Salvé la vida porque tenía madera en su mayoría encima, y luego sí, vino el carbón y la tierra, pero tenía espacio para respirar y conseguí salvar la muerte. Lo que me fastidió es que a consecuencia del accidente vinieron otras enfermedades, como la siringomielia, una enfermad rara, con líquidos dentro de la médula, que llega un momento que te quedas tretrapléjico y sin recuerdos, que sabes dónde estas, pero no puedes moverte de la cama.

-¿Le da miedo el avance de su enfermedad?

-Pues sí, es una faena, me he dejado media vida porque con mi hija y mi mujer hicimos con bastante sacrificio un capital que se comió la enfermedad, me tuve que operar, pero antes fui de médico en médico sin conseguir que me sacaran lo que tenía. Voy a someterme a una operación que frenará el avance.

-¿Tiene algún otro trabajo en marcha?

-Además de la poesía he hecho dos novelas, pero después de hacerlas, las leí y no me gustaron, así que comencé a rehacerlas, y estoy convencido de que al menos terminaré una. Trata sobre una mujer en edad avanzada con alzhéimer, desde que descubre que lo tiene hasta que muere. La mitad de la novela está narrada por ella misma, por eso me tuve que zampar muchos libros, aunque luego no me acuerde, también tengo apuntes. La dificultad es que la mujer narra su vida en prosa poética, que es muy duro cuando quieres expresar dolor, rabia. La otra novela que hice habla de una época en la que era un chavalín y las mujeres mayores se aprovechaban de chicos desde un punto de vista carnal, yo lo viví. La novela iba sobre todo ello, pero me pareció algo muy fuerte para hacerlo en prosa poética y al final la dejé aparcada.

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