Los trabajadores de Mieres Tubos y los dueños de la compañía no han llegado a un acuerdo para que la factoría de Sueros vuelva a trabajo y la plantilla deponga su huelga. Tras un encuentro en el Servicio Asturiano de Solución Extrajudicial de Conflictos (SASEC), ambas partes mantienen sus posiciones encontradas, ya que la familia Uribarren, propietaria de la firma, sólo accedió a pagar una parte de las nóminas que adeuda a los trabajadores, propuesta que fue rechazada por el comité de empresa. Así, los empleados retomaron ayer las movilizaciones cortando la vieja carretera de Castilla (N-630) a la altura del cruce de Cardeo.

El corte de la calzada se produjo a las diez de la mañana. Los trabajadores bloquearon la glorieta que da acceso tanto a Baíña como a Cardeo, un núcleo de comunicaciones con alta intensidad de tráfico debido a que también sirve de enlace con la autovía Oviedo-Capomanes (A-66). De hecho, antes de proceder a la protesta, colgaron una gran pancarta del puente bajo el que pasa la citada autovía. Numerosos vehículos apoyaron haciendo sonar el claxon a los trabajadores. En lo que se refiere al corte de la carretera, se prolongó por espacio de unos quince minutos. No hubo ningún tipo de incidentes.

"Estamos cansados de que promesas y lo que queremos es poder trabajar y que haya garantías de futuro", señalaron ayer los trabajadores. El reciente encuentro mantenido en el SASEC se produjo después de que el alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez, cumpliera el compromiso que hace unos días adquirió con la plantilla. El regidor habló telefónicamente con Luis Uribarren, propietario de la firma, pero no logró hacerle cambiar de postura. La empresa quiere que los trabajadores vuelvan a sus puestos sin tener que abonar todos los salarios atrasados.

El paro actual se convocó pocos días después de que la planta mierense, antigua Perfrisa, comenzase a funcionar de nuevo tras dos años parada. Un acuerdo con Arcelor permitió la llegada de materia prima a la planta, que estuvo funcionando apenas unos días. Se arrancaron las máquinas y se tiraron las primeras series, aunque parte de las mismas salieron con algún defecto, que podría haber sido mucho más grave de no ser por las labores de mantenimiento de las máquinas que la plantilla ha venido haciendo durante los dos últimos años, pese al cierre de la fábrica de Sueros. La difícil situación en que se encuentra desde hace más de dos años Mieres Tubos sufrió la pasada semana un empeoramiento tras truncarse una operación en la que se estuvo trabajando muchos meses. La auditoría encargada por el inversor sacó a la luz una deuda "oculta" de dos millones de euros, que se sumarían a los ocho millones necesarios para poner en marcha de nuevo la factoría mierense a pleno rendimiento.

Además, las relaciones entre el empresario Luis Uribarren y sus hombres de confianza en la planta, como el gerente, con la plantilla, no son las más favorables. Sin ir más lejos, la pasada semana, tras un encuentro entre los representantes de los trabajadores y el gerente de Mieres Tubos en la Unidad de Mediación, Arbitraje y Conciliación (UMAC) de Mieres, se produjo un tenso enfrentamiento entre este último y varios sindicalistas que estaban concentrados apoyando a la plantilla. Un duro cruce de acusaciones, elevadas de tono, y de reproches mutuos, que evidenciaron una mala relación entre ambos sectores. Con Luis Uribarren, las conversaciones son nulas. El comité de empresa denunció en varias ocasiones que no ha querido "coger el teléfono".