Así se celebran cincuenta años de fiesta. La romería de la Sociedad de los Humanitarios de San Martín llegó ayer a su edad de oro convirtiendo Moreda en un desfile del terciopelo de los trajes tradicionales, del sonido afinado de la gaita y de los cantares que brotan de la sidra. Para los alleranos esta romería, declarada de Interés Turístico Nacional, es casi religión. Da igual donde estén, pocos pierden la oportunidad de volver cada 11 de noviembre a casa y cantar el himno: "¡Viva San Martín, que ye'l nuestru patrón!".

Un patrón que lo inunda todo de asturianía y al que ni la meteorología se atreve a retar: al mediodía, lucía el sol. Aparcar en Moreda era casi imposible ya a la hora de la misa. Al final del oficio religioso, llegó uno de los momentos más emotivos de esta edición: la puya'l ramu. Los Humanitarios perdieron el pasado mes de junio a uno de los fuertes pilares sobre los que se levantó la fiesta. Faltaba la voz de José Antonio Gutiérrez "Caneco", "Puyaor de honor" y encargado de dirigir la puja desde la primera edición. Sus hijos, José y Begoña, cogieron el relevo y sobrepasaron el listón: la roscona se adjudicó en un precio de récord, 550 euros por un pan de escanda.

"Que San Martín se lo pague", gritó José Gutiérrez, con la voz emocionada, haciendo suyo el lema que tantas veces voceó "Caneco". Recogió el pan Maxi Gutiérrez, allerano y propietario de un negocio en el concejo. Y de la emoción y los actos religiosos, a la juerga del desfile. Las "xandes" (carrozas) esperaban ya por su salida en la calle de La Estación. En la mayoría de las carrozas se representaban escenas costumbristas, antiguas escuelas y las minas. Espectacular fue la "xanda" Val.losera, con una representación de la berrea allerana.

La "xanda" Tapín dedicó su carroza a los amigos del grupo que están fuera. Un mapa con los países por los que están repartidos esos romeros: Chile, Alemania, México y Australia. "Hay que acordarse de los que están fuera, porque también son humanitarios". Porque "ser humanitario" es más que disfrutar de una fiesta, es un sentimiento y una forma de vida.

Y se nota en cada paso que da el desfile. En las gaitas que animan la salida de la calle de La Estación. En los "Asturias patria querida" que inundan el centro de la localidad y el grito de guerra cuando el cortejo encara la calle Hermanos Miranda: "¡Hay que subir el caleyu!", claman siempre "les xandes" cuando llegan a la vía más empinada. Y en la resistencia a rendirse, cuando el desfile alcanza la Avenida Tartiere y las fuerzas ya flaquean. Un sentimiento que abanderaron ayer cerca de un centenar de "xandes", grupos folclóricos y bandas de gaitas.

"Coca-Cola asesina, la sidrina al poder". Es, por excelencia, el grito de guerra de la fiesta de los Humanitarios. Y un buen eslogan porque animan tanto al público que, ayer, los participantes en el desfile repartieron cerca de mil litros. Algunos hacen un viaje largo para no perdérselo, como los cincuenta vecinos de la localidad belga de Gembloux (ciudad hermanada con Moreda).

El desfile se alarga hasta primera hora de la tarde y la fiesta sigue en los bares. Cuando los alleranos se sientan a la mesa, el 11 de noviembre, nunca es antes de las cinco. Pero no hay prisa y el menú es contundente: fabada y panchón, un postre típico allerano elaborado con mantequilla, pan de escanda y azúcar. La tarde es más tranquila, con el baile de la danza prima y un espectáculo de fuegos artificiales para despedir al patrón. Hasta el próximo año, San Martín.