Con apenas cinco años, Enrique Fernández perdió a su padre en la iglesia de Nembra, donde fue ajusticiado junto a los otros tres mártires cuyas reliquias descansan desde ayer en la parroquia allerana. Ocho décadas más tarde, emocionado, casi al borde del llanto, este allerano de nacimiento vio como los restos de Isidro Fernández, su progenitor, volvían a estar con sus vecinos. "Es un día tremendamente emocionante, más que el de la beatificación en Oviedo, porque aquí están nuestras raíces, donde nacimos, la iglesia en la que me bauticé", señalaba un emocionado Enrique Fernández tras la ceremonia.

Apoyado en un bastón, pero con la fortaleza de llevar 85 años a sus espaldas, explicaba que "es lo más grande que he vivido, es un día para estar en familia y compartirlo". Enrique Fernández recordaba perfectamente aquellos días en los que perdió a su padre. "Justo debajo del cuadro de Favila con la imagen de los beatos fue donde aparecieron los cuerpos de mi padre y de las otras tres personas", indicaba el hombre. "Tenía cinco añinos, pero ya me enteraba de todo", señaló Fernández, con la mirada fija en el relicario en el que se custodiaban unos pequeños restos de su padre, y que los vecinos de la parroquia iban besando. "Me voy a llevar esto en el corazón toda la vida, espero que me hagan llegar alguno de los restos de mi padre, pero este acto lo recordaré siempre", indicaba emocionado el hombre antes de abandonar la iglesia de Nembra.

No fue el único familiar presente, ya que había nietos, primos y otros descendientes de Jenaro Fueyo, Segundo Alonso, Antonio González, y del propio Isidro Fernández, que no quisieron perderse una cita con tanta carga emocional.