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La tatarabuela coraje

Fe González, morciniega de 103 años que se quedó sin madre a los 16 y viuda a los 43, sacó adelante a su familia y no pisó un hospital hasta cumplir los 84

Fe González, atizando la cocina de carbón en su casa.

Podría ser la madre coraje a la que cantó Víctor Manuel "Tiene ciento tres años y el pelo blanco de nieve?". Fe González García nació en Castandiello (Morcín) el 11 de diciembre de 1913, siendo la menor de cinco hermanos y se quedó sin madre al cumplir los dieciséis. Sus padres Luis y Rosa fueron campesinos, al igual que ella. Se casó a los veintidós con el único novio que tuvo y enviudó a los cuarenta y tres cuando su marido Belarmino González Palacios, "Mino el de Gracio", falleció un martes y trece (el 13 de mayo de 1957) por una explosión de grisú. Trabajaba como picador de carbón en la mina de montaña de La Esperanza, de Hulleras de Riosa, dos años antes de que se profundizase el pozo Montsacro. El "guaje" que le acompañaba como ayudante minero pudo salvar su vida.

Viuda y con cuatro hijas, la menor de tres años, quedó "con menos paga que otros porque no quise que le abrieran", explica, refiriéndose a que se negó a que le hiciesen la autopsia. Fe afrontó con la esperanza que le mató a su marido la crianza de sus hijas a base de trabajar el campo con su ganado, sus prados y sus huertas. "No pasamos hambre, pero trabayé mucho", señala. Mantuvo el luto durante varias décadas y nunca quiso volver al cementerio a ver la tumba de su marido. Tampoco quiso marcharse del pueblo morciniego que la vio nacer, donde se casó y donde vive actualmente. "De antes a ahora hay mucha diferencia pero nunca quise salir de aquí".

Hace dos meses, recuperó la lámpara minera con la que trabajaba su marido. Se la entregó, sesenta años después del accidente, Pepe el de La Puente, que en 1957 estaba en el almacén de mina La Esperanza.

"Mis cuatro hijas son muy buenas, quieren mucho a la madre", afirma Fe González, con orgullo, delante de ellas, a la vez que señala que "no a tengo a ninguna como preferida" y se le escapa entonces un beso a la más joven, Luisi (1954) que fue la que la llevó por primera vez de vacaciones. Desde hace tres años sus cuatro hijas se alternan para ir a dormir a Castandiello, donde residen actualmente. Fe quiere vivir independiente en su casa de El Palacio, en Castandiello, en cuya puerta hay un pequeño banco desde el que divisa una magnífica panorámica del Monsacro. "Tienen miedo a que todavía venga alguno a cortejame", bromea Fe, sonriente cuando habla de su familia.

"Vive muy bien ahora, no se quiere morir y se adapta muy bien a cualquier situación, nunca tiene prisa", afirma Mari Fe (1946), la tercera de sus hijas. Cuando el pasado 11 de diciembre cumplió los 103 años, toda la familia se reunió en un restaurante para festejarlo y darle un merecido reconocimiento. Tiene, además de las cuatro hijas, nueve nietos, diez biznietos y dos tataranietos. Fe preguntó, al ver a tantas personas reunidas, "¿son míos todos esos?".

El 26 de diciembre, festividad de San Esteban, patrono de la parroquia de Castandiello, Fe González acudió a misa, cantó villancicos, salió en procesión y no paró de recibir cariñosos saludos de todos sus vecinos. "Hay que salir", asegura. En esta última Nochevieja, que pasó con sus cuatro hijas y sus respectivas familias, estuvo hasta las cuatro de la madrugada de "folixa". Después de cenar no faltaron las partidas de tute, brisca y cinquillo. Su hija Luisi González dice que "tenías que ver como cuenta al tute las que lleva. Nunca se equivoca". Cuando se le pregunta a Fe por quién ganó las partidas, responde con rotundidad: "Cómo voy a perder yo". Tiene mal perder, aunque dice que "nunca me cago en nadie".

"¿Dieta? ¿Qué ye eso de la dieta?" pregunta Fe. "Como patates, fabes y berces y tortos con picadillo, No me privo de nada. Como de todo y bebo agua y un vino blanco, a veces, que me gusta mucho y hay que empinar un poco de vez en cuando". En Nochevieja también probó un poco de cava.

"¿Salud? Muy bien. No me duele nada, solo un poco una dea del pie", afirma. La primera vez que estuvo en un hospital fue a los 84 años, para operarse de una prótesis de rodilla. "El médico me llevó luego por el resto de habitaciones para que me vieran los enfermos como ejemplo porque no hice ninguna rehabilitación", señala.

"¿Coqueta?. Sí, un poco." Pañuelo al cuello, gafas de pasta y unos pendientes blancos. Sus hijas afirman es que muy coqueta aunque no les hizo caso para cambiarse de ropa al mediodía cuando le dijeron que vendrían por la tarde los de LA NUEVA ESPAÑA para hacerle una foto. "Y gané yo porque no tenía falta de cámbiame para nada", sentencia. Genio y figura.

Sentada en el banco que tiene a la puerta de su casa observa el Monsacro, montaña que ascendió en cientos de ocasiones. "Fui a todas las romerías durante muchos años. La última vez que subí fue en 1986 cuando se restauraron las capillas medievales y vino el arzobispo Gabino Díaz Merchán a inaugurarlas".

Además de su familia, en sus cumpleaños, los vecinos de Castandiello lo festejan cada año con ella en el centro social y lógicamente no falta, tras los postres, la partida de tute, brisca o cinquillo. ¿Y quién gana?. "Quien va a ganar fíu", responde con una sonrisa cómplice. El Ayuntamiento de Morcín le rindió un emotivo homenaje en 2006 al nombrarla "Abuela mayor del concejo" durante el primer encuentro de mayores y Fe no se pierde cada año esta cita. Asimismo, también fue nombrada socia de honor de la asociación de mujeres "So la Malena" de Morcín.

La vida moderna

Fe es muy transigente y respetuosa con las ideas de los demás. Dice que "la juventud de ahora es muy formal". Y se pregunta "¿Con tantos inventos que hay ahora cómo no inventan algo para que no se muera la gente?". Sentencia que "de qué nos quejamos ahora. Antes no había agua ni luz en las casas, ni coches. Iba con el calderu a la cabeza a lavar al río, más tarde hicieron el lavaderu y después íbamos a tender la ropa blanca al verde. El médico venía a caballo y yo iba con una yegua al molín de Josefa en Malpica para dejar el grano y volvía a recogerlo varios días después y pagaba la maquila." Fe González todavía recuerda el nombre de la primera maestra que tuvo, "Doña Paca".

Recuerda como "una vez fui con mi amiga Socorro al baile de Adela, que era debajo de un hórreo en Santolaya, llevaba puestes unes alparagates porque venía de la hierba, sería por 1930, y otra amiga, Clotilde, fue a casa y me dejó unos zapatos de tacón porque iban a elegir a las guapas. Empezaron todos a aplaudir y a gritar mi nombre y finalmente me eligieron". Su marido Belarmino estuvo preso cuando la guerra y recuerda como fue andando hasta Oviedo para llevarle ropa y en el cuartel "tirome por una ventana la ropa vieja que estaba llena de piojos".

Genio y figura, es muy querida por todos sus vecinos y como persona de mayor edad de Morcín ha sido testigo de momentos históricos. Como cuando en 1929 llegó la carretera al concejo y vio el primer coche, o cuando en ese mismo año se inauguró el mercado semanal de Santa Eulalia, en el que la carne de ternera estaba a 30 pesetas la arroba, la docena de huevos costaba 2,50, un copino de maíz 3 y el kilo de patatas a 0,30 pesetas. Que Fe conserve esa memoria, la salud y el coraje otros muchos años... jugando al tute.

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