"Nuestros despidos son una injusticia porque no hicimos nada, sino que fue una represalia por defender los derechos de los compañeros". Con estas palabras se defendía ayer Francisco Javier Moreira, que fue despedido de la cafetería del hospital de Mieres junto a su compañero Valentín Fernández. Ambos tenían treinta años de antigüedad en este servicio y la empresa que lo gestiona cuestionó su profesionalidad al echarlos alegando una "mala praxis" que ahora ni siquiera puede demostrar, tal y como aseguran los sindicatos. Los despedidos protagonizaron ayer una nueva concentración a las puertas del centro sanitario que contó con un amplio respaldo, tanto de usuarios como de personal del hospital. También participaron sindicatos y partidos políticos.

"No vamos a parar hasta que la empresa dé marcha atrás, además se han portado muy mal porque nos podían haber despedido hace meses y esperaron a las navidades", señaló Moreira. Este hombre explicó que los motivos reales de la empresa son las quejas que, tanto él como su compañero, hicieron sobre el incumplimiento del convenio de restauración social. "Les salía más barato despedirnos a nosotros que cumplir con sus obligaciones", apuntó. Entre estas quejas, Moreira señaló que algunas de sus compañeras "están haciendo un trabajo que no corresponde a su categoría y les supondría cobrar 50 euros más todos los meses".