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Radiografía de la actividad económica (I)

Langreo, el fin de una era

El cierre del pozo María Luisa clausura dos siglos de hegemonía minera y siderúrgica en los que el concejo fue uno de los principales motores industriales y deja un incierto futuro

La marcha de duro.

El año 1789 ha pasado a los libros de Historia por marcar el inicio de la Revolución francesa y del mandato de George Washington como primer presidente de Estados Unidos. También fue una época importante para Langreo. Ese año el carbón logró desplazar por primera vez a la avellana como el producto comercial más pujante del concejo. Las 15.530 fanegas del fruto seco que se exportaron principalmente a Gran Bretaña reportaron 698.850 reales, una cifra ligeramente inferior a los 741.368 reales que se ingresaron con los 92.671 quintales de mineral extraídos. Se iniciaba así un período de más de dos siglos de protagonismo casi hegemónico de la minería y la siderurgia en los que Langreo fue uno de los principales motores industriales y económicos del país. Una era dorada que llegó a su fin el pasado 29 de diciembre con el cierre técnico de María Luisa, el último pozo minero de Langreo, que llegaba unos meses después de la marcha de la última fundición de Duro Felguera.

Todo había empezado en el último tercio del siglo XVIII, cuando Carlos III decretó importantes medidas para proteger al incipiente sector extractivo asturiano. En 1792, el ingeniero Casado de Torres, por mandato real, canalizó el Nalón para dar salida a la producción de mineral y construyó en Riaño el primer horno de producción de coque de España. Las crecidas acabaron con las infraestructuras para hacer navegable el río y el horno explotó al poco tiempo de ser inaugurado.

La producción de carbón en Langreo, sin embargo, siguió creciendo, potenciada por la inauguración de la carretera carbonera y del ferrocarril hasta Gijón, el tercero de España. De forma paralela, la irrupción de Pedro Duro, convirtió a Langreo en el principal centro siderúrgico de España. "No es exagerado decir que Langreo fue la primera capital minera de España y, entre 1860 y 1885, la capital siderúrgica del país. Después la hegemonía de la siderurgia se fue desplazando progresivamente al País Vasco, que tenía detrás una banca poderosa y más inversores. En Asturias hubo capitales extranjeros en las minas, pero de forma mucho más limitada y difusa", explica el historiador Francisco Palacios.

Langreo mantuvo su peso como foco industrial al verse favorecido por las políticas proteccionistas frente al mineral extranjero, más barato y de mayor calidad. Esta tendencia se vio acentuada en la época de la posguerra civil, durante la autarquía del régimen franquista. En el año 1958, las empresas mineras e industriales del municipio sumaban más de 19.000 empleos, según recoge el geógrafo Aladino Fernández en su libro "Langreo: industria, población y desarrollo urbano". Un siglo antes apenas se contabilizaban 1.400 mineros en el concejo. "El empleo era lo que marcaba la magnitud de las empresas", explica Fernández, exalcalde langreano, "porque la modernización y tecnificación estaba lastrada por la falta de capitales". El auge económico hizo que el crecimiento demográfico fuera exponencial. De los 18.714 habitantes de 1900 se pasó a los 70.509 de 1965. Hoy quedan poco más de 40.000 vecinos. "En los años cincuenta La Felguera era el lugar de España con más habitantes e industrias por metro cuadrado, pero también el más contaminado", apunta Palacios.

El plan de estabilización de 1959, que supuso la ruptura con la autarquía y a la apertura del país a los mercados exteriores de carbón y petróleo empezó a marcar el principio del fin. Sin la protección gubernamental las empresas mineras (agrupadas en Hunosa a partir de 1967) y siderúrgicas comenzaron su declive. "Langreo y las Cuencas en general alimentaron la Revolución industrial. Hicieron funcionar los trenes y los barcos y calentaron las casas del país, hasta que esa fuente autóctona fue desplazada por el carbón extranjero y el petróleo. Además, crearon un movimiento obrero muy fuerte que traspasó fronteras en episodios como el de 1934 o la huelga de 1962", reflexiona el historiador Rubén Vega.

El cierre del pozo María Luisa, sumado a la marcha de las últimas factorías de Duro Felguera, deja atrás dos siglos de esplendor de la minería y la siderurgia, al tiempo que dibuja un incierto futuro. "La pérdida de población ha sido brutal y los programas de reconversión han fracasado", expone Aladino Fernández, para añadir: "Valnalón me parece la operación más exitosa de estos años. Hace falta captar más empresas tecnológicas, así como mejoras ambientales y urbanas, más equipamientos y vivienda asequible para frenar la pérdida de población". Palacios aboga por atraer "industrias tecnológicas y transformadoras" y Vega por aprovechar la "gran riqueza de paisaje y patrimonio".

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