La normalidad va llegando poco a poco al edificio de la calle Fernández Nespral de Sama que hubo que desalojar en la tarde-noche del lunes, tras una explosión y un fuego cuyo origen está aún por determinar. Todos los vecinos, a excepción de la propietaria del piso en el que se originó el suceso, ya están en sus casas. Fue un "susto gordísimo" que acabó matando a dos animales -una perra y un conejo- que estaban en la vivienda afectada, pero que no ocasionó daños a ninguna persona. "Pudo ser incluso más de lo que fue", explican los inquilinos, porque la mayoría de los residentes en el primer piso "estaban fuera de casa".

Clara Rosa López vive en el 1.º izquierda del portal 27-A. La explosión se originó en el portal de al lado, el 27-B, pero su piso está "pared con pared" con el incendiado. En el momento del suceso "no estaba en casa". Sí que habían quedado sus perros. "Cuando oí las alarmas y vi a los bomberos ví que venían hacia la zona de nuestra casa, y pensé que a ver si iba a ser aquí". Al llegar, comprobó que todo había ocurrido en "el portal de al lado, en el piso que da con mi casa", en el primero. "Me puse muy nerviosa", relata López. "Ya estaban bajando los vecinos, y me dijeron que saliera, que no entrara, que había ocurrido una explosión", explica, antes de añadir que lo que sí hizo fue "subir a por las mascotas", dos perros, a los que sacó fuera del edificio. "Lo pasé muy mal. No me quiero ni imaginar cómo está la dueña de la casa".

Mientras Clara Rosa López explica su vivencia, la Policía científica trabaja en el patio de luces al que da su casa, el mismo por el que salió el fuego de la vivienda incendiada. Aún no se ha informado del posible origen de la explosión que oyeron los vecinos y del incendio posterior.

En el 3.º A del portal en el que todo ocurrió vive Ángel Burga con su familia. Tampoco estaba en casa en el momento de la alarma inicial, "me encontraba en unos cursos". Fue su hermana quien avisó de lo que estaba ocurriendo. "Cuando llegué estaba ya todo el mundo fuera, pero no se sabía nada con exactitud. Al principio, cuando me llamaron, no pensé que iba a ser algo tan grave. Pero al llegar vi tanto despliegue, con los bomberos, la policía... Era algo realmente serio". Junto a sus familiares, "decidimos cenar fuera. Pudimos volver a casa sobre las doce menos cuarto de la noche". Su hermana, Marta Burga, sí estaba en casa cuando todo ocurrió. Sin embargo, no oyó el fuerte estallido que sí escucharon otros vecinos, entre ellos, "mi hermana, que vive en el cuarto". Ella "nos avisó y bajamos fuera del portal. Vimos salir humo en el primero. Estábamos en pijama, como si estuviéramos en casa, y subimos a cambiarnos un momento, a abrigarnos". Ya preveían que podían estar mucho tiempo fuera de su hogar. Su casa, afortunadamente, no se vio muy afectada, más allá "del humo y del olor". Fue, eso sí, "un gran susto. Sobre todo al principio, cuando apenas se sabía nada".

Un ruido "muy fuerte"

Juana Ciborro también vive en el tercer piso del edificio siniestrado. Se encontraba en casa cuando oyó "un ruido muy fuerte" procedente de la parte de atrás de la vivienda, la que da al patio de luces. Fue entonces cuando bajó, con su marido y una vecina. "Al final nos pasamos cuatro horas fuera de casa", relata, para aseverar sin dudas que "cómo no íbamos a estar asustados. Si te dicen que te tienes que ir de casa y que no se sabe muy bien qué es lo que está ocurriendo..."

Los vecinos de 34 de las 35 viviendas desalojadas a causa del incendio pudieron volver a casa a lo largo de la noche, todos ellos, sin excepción, con un buen susto en el cuerpo. Nada comparable, eso sí, a la vivienda destrozada y a las dos mascotas muertas en el primero.