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Un engaño con cientos de afectados

"Me estafaron con el gas porque soy mayor, son unos sinvergüenzas"

La lenense Martina Ruiz, de 84 años, consigue que le devuelvan los 227,91 euros que pagó por una falsa revisión

Liliana Marinero y Martina Ruiz, ayer, en la oficina de Repsol. J. R. SILVEIRA

Martina Ruiz es de las que pelea. Se le nota en cómo camina, mirando al frente y con la espalda muy recta, y en cómo habla: directa, sin cortarse ni un pelo y llamando a cada cosa por su nombre. Esta lenense, de 84 años, ha conseguido que una presunta empresa le devuelva los 227,91 euros que pagó por una falsa revisión del servicio de gas butano. Ni juzgado ni Oficina del Consumidor mediante. Ruiz atajó el problema con la ayuda de Liliana Marinero, responsable de la oficina de Repsol en Pola de Lena (que intercedió por iniciativa personal) y una abogada del concejo. "Les pusimos las cosas claras y no tuvieron más remedio. Me estafaron con el gas porque soy mayor, son unos sinvergüenzas", afirma la lenense.

"-¿Quién es? - Somos los del gas". Así entraron los dos presuntos instaladores en el piso de Martina Ruiz, hace una semana. "Uno era más alto y el otro era más guapo. Yo los dejé entrar, claro, porque a mí me da mucho miedo que falle el gas", explica la lenense. Lleva en la misma casa desde 1997, cuando volvió de Bélgica. Enviudó hace unos años y, desde entonces, vive sola: "Tengo dos bombonas, una en una estufa y la otra en la cocina. Antes tenía un calentador de gas, pero lo cambié para que fuera eléctrico", señala.

Los hombres, que aseguraron ser instaladores de Repsol, merodeaban por la casa. "Yo no tuve miedo, porque creía de verdad lo que me estaban contando". Pronto se empezaron a torcer las cosas, a no cuadrar. Según Ruiz, "me han hecho muchas revisiones del gas, y nunca fue un trajín como el de este día". "Les dije que si no estaban haciendo mucha obra, y me dijeron 'esto tiene que ser así, señora. Que el gas es muy peligroso'. Así que me callé", añade.

Lo peor estaba por llegar. Una factura de 227,91 euros. La mujer pudo pagar por poco, porque en casa "sólo tengo un poco de dinero por si surgen imprevistos". Se fue a la cama intranquila, esas cuentas de la factura no le cuadraban. Además, se fijó que había un sello de una empresa con sede en Vigo. Confirmó su temor por la mañana.

De nuevo una llamada. Esta vez, Liliana Marinero informándola de que los técnicos de Repsol se pasarían por la tarde. "Pero si ya estuvieron aquí", replicó Ruiz. Fue a la oficina de Repsol con la factura y confirmó que había sido víctima de una "estafa". "Los precios que pusieron al servicio y al material no se ajustaban a la legalidad", explicó ayer Marinero. El disgusto de Martina Ruiz fue grande: "Estuve unos días en casa, llorando y sin dormir ni comer".

Liliana Marinero, mientras tanto, ya había empezado a moverse. El miércoles de la semana pasada, la octogenaria puso las cartas sobre la mesa: "Le dije que me ayudara, porque yo iba a llegar hasta el final para recuperar mi dinero". Y así lo hizo. Llamó al número de teléfono que aparece en la factura y reclamó con rotundidad el importe. Una abogada también llamó en dos ocasiones a la empresa. "Les dije que mi hijo es policía y que se iban a enterar", relata Ruiz. Sus hijos, hasta ahora, no sabían nada. Están en Bélgica y ella no quiso disgustarlos. Ayer recibió un giro postal: sus 227,91 euros.

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