"Los montes de Ándara permiten una contacto muy intenso con la naturaleza" . Lo atestiguó el pedagogo, montañero y escalador Alberto Boza (Langreo, 1972), en la primera jornada del IV Encuentro de Montaña, que se desarrolla en la Casa de la Cultura de Mieres y está organizado por la Asociación Cultural "Camín de Mieres".

La presentación del ponente corrió a cargo de Mar Montero, presidenta de la asociación organizadora, que agradeció la fidelidad del público a lo largo de las cuatro ediciones de estos encuentros y resumió los logros de Alberto Boza que, entre otros, lleva 25 años al frente del Open de Escalada de Langreo.

Boza desarrolló su exposición sobre el macizo más oriental de los Picos de Europa apoyado en abundante material fotográfico con el que introdujo a los asistentes en la historia minera del lugar, donde hasta 1975 hubo explotaciones de minería de cinc, una actividad que se remonta a mediados del siglo XIX y de la que quedan abundantes vestigios. "En la vega de Ándara hubo hasta 400 mineros establecidos, que con el personal dedicado al transporte del mineral podrían sumar más de 600 trabajadores", declaró Boza. "Habitualmente se explotaban las minas durante los seis meses cálidos, pero hay constancia de que, en épocas de gran demanda, también se trabajó en pleno invierno, casi sin salir de las galerías. En aquel tiempo solo había un día festivo al año", dijo. Hoy, gracias a los caminos trazados para la minería se pueden realizar diversos recorridos por la zona, donde se encuentran varios picos importantes (Cortés, Morra de Lechugales, Valdominguero, Silla del Caballo?). "Ándara es un macizo con cumbres asequibles y sin excesivos desniveles", dijo Boza, que también se halla embarcado en la tarea de recuperación de la toponimia original de la zona. "Hay picos que en siglo y medio han tenido hasta tres nombres distintos. Ello fue debido a la irrupción de la actividad minera en la zona, que modificó los nombres como también hizo con el entorno. Pero la historia de Ándara es muy anterior a la minería. De hecho, antes y después de ésta siempre estuvo la ganadería", explicó el reconocido montañero, que aseguró haber vivido algún encuentro casual con lobos. "En una ocasión me siguieron a cierta distancia. En otra, me encontré con una pareja, nos observamos, y continuamos nuestro camino sin molestarnos", añadió.

Publicaciones

Alberto Boza, como editor de publicaciones especializadas en rutas de montaña manifestó que "para escribir con rigor sobre un lugar así hay que pisarlo muchas veces y en distintas épocas del año hasta conocerlo en profundidad".