Hunosa trabaja actualmente con una premisa esencial para su futuro: "Los procesos de finalización de la actividad extractiva de carbón conllevan la adopción de medidas que garanticen la seguridad de las instalaciones, la recuperación medioambiental e incluso la adaptación de los centros productivos para otras finalidades que puedan generar planteamientos alternativos de generación de actividad económica". Así queda estipulado en los informes que marcan la hoja de ruta de la compañía.
En lo referente a las alternativas al carbón, la geotermia y la biomasa son dos de las principales apuestas de Hunosa para el presente dentro de sus planes alternativos a la producción de mineral. Dos iniciativas que enlazan con la Hunosa Verde. El objetivo de la empresa es que esta herramienta de diversificación esté plenamente operativa el 1 de enero de 2019, vinculándose, así, a la posibilidad que permite la Unión Europea de captar ayudas hasta el año 2027. Los planes de Hunosa pasan por impulsar labores que podrían ir asumiendo el personal excedente de la actividad minera como consecuencia del cese paulatino de la misma: "Disponiendo por otra parte, ya a principios del año 2019, de una división configurada y activa que pueda continuar con dicha labor de manera estructurada y con garantías de éxito poder asumir las importantes obligaciones que, en aquel momento, ha de desarrollar la empresa".
El problema es que los sindicatos no comparten el optimismo de la empresa. Una Hunosa con diversificación, con patrimonio industrial, con recuperación de escombreras. Pero sobre todo, una Hunosa con carbón. Esa es la visión de los sindicatos mineros en torno al futuro de una hullera pública. Los sindicatos entienden que la reactivación no ha respondido a las expectativas, ya que en los dos últimos años apenas se han desarrollado cuatro proyectos con participación de Sadim.
