Una fabada para paladear en inglés. Este bien podría ser el lema del programa "Cultural and Language Exchange": un plan de formación intensiva en inglés para niños organizado esta Semana Santa en Pola de Lena. Cuatro profesores nativos, llegados desde Londres, impartieron talleres para veintiocho chicos de 7 a 12 años. Y a un precio apetecible. Lo único que pedían a cambio era una invitación para comer o cenar con las familias y conocer así la gastronomía asturiana. Misión cumplida. Lyn Collier, Helen Colleman, Kellie Bryson y Ricci Achillini se fueron con muy buen sabor de boca. De propina, los profesores recibieron un curso acelerado de cocina asturiana. Lo impartió Chelo Tuñón, abuela de una de las alumnas. Entre fogones sólo hay un idioma.

"¡Oh, more food?!" (¡Oh, más comida!). Lyn Collier, Helen Colleman y Kellie Bryson -Ricci Achillini no pudo acudir al curso por un problema de agenda- entran a la cocina del Hotel de Asociaciones. Huele genial. "Estuve haciendo unos entremeses de atún antes de que llegarais, para no demorarnos mucho", les explica Chelo Tuñón. Clara Martínez, coordinadora de LenguaActiva -entidad que impulsa el programa-, traduce. Las historias van cocinándose al calor de los fogones.

Lyn Collier fue profesora, pero terminó su carrera como investigadora de métodos pedagógicos. "Soy de Londres, es la segunda vez que estoy en Asturias", asegura, mientras da forma a la masa siguiendo instrucciones de Tuñón. Su primer viaje fue a los Picos de Europa. Y, aunque se fue entusiasmada, tenía muchas ganas de conocer Lena: "Aquí puedes ir a esquiar por la mañana, disfrutar de una larga comida por la tarde y ver el anochecer en la playa", afirma. Es la que habla castellano fluido.

A Helen Colleman y Kellie Bryson les cuesta un poco más con el idioma. "Los niños son encantadores, y tienen un buen nivel", afirma Bryson, sin dejar de amasar. "¿Qué estamos haciendo?", pregunta. Chelo Tuñón explica que prepararán "una rosca de pan rellena de tocino y chorizo". "Es como bollu preñáu", matiza. Lyn Collier estalla en carcajadas y cuenta a sus compañeras que están cocinando "pregnant bread", que se puede traducir como "pan embarazado".

Con la rosca ya camino del horno, es el momento de preparar el postre. Harina, huevos, leche? "Crepes", dicen las alumnas del curso. Pero Tuñón replica rápido: "Esto no son crepes, que va, esto son frisuelos. Los crepes se baten con una batidora, aquí se bate a mano con varillas". Y los prepara con la receta más tradicional, los fríe con mantequilla para sorpresa de los asistentes: "Pensábamos que para todo se utilizaba aceite de oliva", señala Helen Colleman. "Claro, porque el aceite de oliva es la alegría de la cocina", dice Tuñón. En la clase también están Rosa Morán, concejala de Juventud y Olvido Herrero, técnico de JuveLena.

El primer frisuelo se tira, explica la cocinera. El segundo ya está listo en la mesa para probar: "Dios mío, he comido más estos cuatro días que en el último mes", ríe Kellie Bryson. Dice que la comida es de las pocas diferencias que ha encontrado entre Lena y su Derry natal: "Aquí hay la misma cultura musical, el mismo sentido del humor y también bebéis mucho", bromea. Por cierto, se llevaron unas cuantas botellas de sidra.