Corazón Negro, el centro deportivo abierto por el langreano Rubén Fernández López en Riaño, no es un gimnasio al uso. Está especializado en crossfit, una modalidad que encadena ejercicios físicos muy variados y en la que las pesas se compaginan con actividades como levantar un neumático de camiones o saltar un muro. Fernández, que ha sobrepasado recientemente los cuarenta, dio su propio salto en diciembre, cuando decidió hacerse empresario y dedicarse profesionalmente a su pasión, tras toda una vida trabajando por cuenta ajena.

"Trabajé en el metal, en montajes, en hostelería y en Alas Aluminium mientras duró. Como tengo la titulación de auxiliar de enfermería, también estuve en un servicio de ayuda a domicilio y en geriátricos cuidando a gente mayor", relata Fernández. Hace un año aproximadamente todo cambió: "Siempre me gustó el deporte y la idea de montar un gimnasio me rondaba la cabeza hasta que surgió la oportunidad y decidí lanzarme, no conformarme con lo que tenía y dedicarme a lo que me gusta Ya tenía el título de entrenador personal, así que me saqué el de crossfit y monté la empresa".

Fernández vendió su furgoneta y, con los ahorros que tenía, un crédito bancario y la ayudas de sus padres, reunió el capital necesario para empezar. "Llevo sólo unos meses, pero todavía no he visto un duro de beneficio. Lo que saco lo reinvierto para comprar nuevas máquinas; lo he metido todo aquí y hasta que se consolide la empresa estás un poco con la incertidumbre de ver qué pasa".

Este emprendedor asegura que la ayuda prestada en el semillero de Valnalón fue "fundamental": "Te abren los ojos en muchos campos que tú no controlas. Son cosas que tú, si estas acostumbrado a trabajar por cuenta ajena no ves. Coordinar el entrenamiento de los clientes es sólo una pequeña parte de las cosas que acabas haciendo a lo largo de la semana y que están vinculadas con el funcionamiento de la empresa".