Ocurrió en 2012, en plena crisis. Alexia Campos supo que estaba embarazada de su primer hijo, tenía 27 años. Ella, al paro. La empresa de su pareja, Enferbús, presentó concurso de acreedores. La situación le daba vértigo. Su amiga Andrea Pérez tenía 28 años cuando leyó el positivo en un test de embarazo. Y un trabajo estable como autónoma. El vértigo llegó después, cuando la niña nació y descubrió lo imposible de conciliar. Dos historias, llenas de estrecheces y dificultades, para ilustrar los últimos datos publicados por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei): las mujeres de las Cuencas retrasan la maternidad y ya sólo un 33 por ciento tienen hijos antes de los 30 años. Antes de la crisis (en 2008), eran un 42 por ciento. Los expertos consideran que el "envejecimiento" de la maternidad en las Cuencas se sustenta sobre tres pilares: la emigración de los jóvenes, el declive de la minería y la falta de oportunidades laborales.
¿Qué ocurre cuando una chica joven y sin estabilidad económica está embarazada? Alexia Campos reconoce que pasó "mucho miedo", desde el punto de vista económico, cuando supo que el niño iba a nacer. "Decidimos buscarlo porque, si esperas al momento adecuado, tal y como están las cosas, no te decides nunca. Nos vimos en una situación difícil", explica. Un piso a medio reformar, la barriga creciendo y sin un nuevo empleo para su pareja. "Tardó mucho en encontrar trabajo", señala ella.
