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De motor ruidoso a joya patrimonial

Viesgo rehabilitará una valiosa turbina centenaria para exponerla en la futura subestación de Santa Cruz

Estado actual de la pieza.

El ambicioso proyecto de mejora de la subestación de Santa Cruz que le costará a Viesgo 13,5 millones de euros esconde una paradoja. La actuación es de tal calado que casi se podría decir que se va a construir un nuevo complejo energético. Se demolerá casi la totalidad de los inmuebles y se rediseñarán las líneas de abastecimiento. Pero en el corazón de este viejo y desfasado enclave late un corazón de metal que debe protegerse. Se trata de una turbina de vapor, de un motor, con más de un siglo de vida. Curiosamente se trata de una máquina que ha traído de cabeza a los vecinos ya que, según afirman, era la causante del ruido que periódicamente no dejaba dormir a parte del pueblo y que durante los últimos años ha venido generando las quejas de la comunidad.

Tanto Viesgo como los vecinos coinciden en la necesidad de preservar, rehabilitar y mantener en Santa Cruz como referente arqueológico el turboalternador que desde 1915 da servicio a la subestación. Aquí está la paradoja. Los vecinos, con buen criterio, valoran y reclaman seguir en contacto con un dispositivo que durante años, afirman, les ha dado muchos dolores de cabeza. Siempre según los datos que manejan los vecinos tras las reuniones mantenidas con Viesgo, el equipamiento eléctrico de Santa Cruz trabaja habitualmente con un motor principal instalado a finales de la década de los noventa. Sin embargo, en periodos concretos, el personal tiene que poner en funcionamiento el viejo motor auxiliar. "Es entonces cuando la subestación emite ruidos que superan por mucho los límites establecidos, ya que esta máquina trabaja con un sistema de ventilación que conlleva el citado problema", señala Arsenio Díaz Marentes, portavoz de la plataforma de afectados por la contaminación acústica. Una vez que la reforma integral de la subestación concluya, actuación que está previsto que culmine en 2020, estos equipos serán retirados. Pero los vecinos han pedido a Viesgo que mantenga en Mieres el polémico turboalternador de 1915 como referente histórico-industrial. La empresa así lo hará.

La decisión de darle al centenario motor de la subestación de Santa Cruz un retiro honorable no es ni mucho caprichosa. Fuentes de la empresa Viesgo reconocen que, según la ley del Principado de Asturias sobre Patrimonio Cultural (LPCA), la máquina debería estar inventariada como Bien de Interés Cultural (BIC). Consta de una turbina de vapor de acción de 10 grados de la firma suiza Escher Wyss & Co y de un alternador de la sociedad Brown Boveri de 2.625 KVA de potencia. "Por tratarse de una pieza de patrimonio histórico-cultural con notable interés técnico-cultural y con más de cien años de antigüedad, cumple con los preceptos señalados por la ley del patrimonio histórico español para ser considerada Patrimonio Cultural de Asturias y Patrimonio Histórico Español", sostiene Viesgo.

La actual ubicación de la pieza no es óptima, según la propia compañía, pues no reúne las condiciones necesarias para su conservación. Para solventar este problema se plantea la construcción de una nueva edificación que, "respetando el emplazamiento original e la máquina", permita su conservación y protección en los términos que marca la legislación vigente sobre patrimonio industrial.

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