A Juan Santos le quedan pocas puertas a las que llamar. Ha entregado su curriculum en todas las empresas de construcción de Asturias. Pide trabajo en cada obra que arranca. Nada funciona. Lleva desde 2010 en el paro (salvo dos contratos en planes de empleo locales de Lena, de seis meses de duración cada uno). Está casado y tiene tres hijos. Viven con 748 euros al mes: "Los hay que nos llaman acomodados, que nos llaman vagos por tener que recurrir a las ayudas. A esos les invito a vivir un mes con el salario social básico". Su caso no es único. El porcentaje de vecinos de la comarca que dependen de estos ingresos se ha duplicado desde el inicio de la crisis. En 2009, en Mieres, había 550 beneficiarios. Al cierre de 2016, eran 899. Sólo en Lena hay más de 320 personas dependientes de la ayuda.

Llega a la cafetería de la plaza Alfonso X El Sabio. Está un poco descolocado: "Hace bastante que no me tomo un café fuera de casa", reconoce. La última película que vio en el cine fue "Avatar" (James Cameron, 2009). ¿Y la última vez que cenó en un restaurante con su mujer? "No sé, no me acuerdo", afirma tras pensarlo un poco. El salario social básico no concede aficiones ni "lujos": en una familia de cinco personas, reciben 149,6 euros por cabeza.

Vivir con la ayuda es posible, pero hay que hacer malabares con cada moneda. Sólo en la vivienda se van 230 euros al mes. "Sumando las facturas de agua, luz y teléfono son cerca de 340 euros", afirma Santos. No tiene internet en casa, pero sí teléfono móvil: "Hay quien lo ve como un lujo, pero no es así. No puedes pedir trabajo y presentar un currículum sin un número de teléfono móvil".

La suerte no está con su familia. Cuando las cosas iban mal, surgió un imprevisto y empezaron a ir peor. Su mujer, diagnosticada de diabetes hace 17 años, descubrió que tenía anticuerpos contra la insulina. Así que buscaron solución, de médico en médico, hasta que un joven doctor dio con la clave. El nuevo tratamiento incluye la implantación de un parche para medir la glucosa sin pinchazos. "Llegó a pincharse más de cien veces al día", explica Santos. Ese dispositivo tiene un precio de sesenta euros para cada quince días. Más de 120 euros al mes. Él ha iniciado una campaña para que el Principado se haga cargo del tratamiento, ya que "saldría más barato, en muchos casos, que los medidores de glucosa tradicionales".

Vivienda, facturas y el tratamiento de su mujer suponen ya un desembolso mensual de 460 euros. Quedan 288 euros para la comida. Nada para imprevistos. "Para comprar tres productos, igual tienes que ir a tres supermercados distintos. Hay que mirar mucho y buscar las ofertas", explica. Pocos caprichos en la cesta de la compra, sólo alguno para sus hijos. "Hay veces que dices 'no me apetece' para que ellos puedan comer más de algo que hay en la mesa", confiesa.

Tiene dos hijos, de 18 y 14 años, y una niña de 3. "Sé que hay gente que critica a las parejas que tienen hijos sin una estabilidad económica", afirma, y continúa con una réplica: "Yo creo que todo el mundo debería de poder elegir, no sólo pueden tener hijos en la Casa Real. Los que estamos aquí abajo también tenemos derecho a formar una familia".

"Los que estamos aquí abajo". Es como define Juan Santos a todos los que, como él, perdieron mucho con la crisis: "Yo, a los políticos, les pediría empatía porque yo no tuve la culpa de la crisis. Que le pregunten a Bárcenas y a compañía".

- ¿Cree que estamos saliendo de la crisis?

-Están saliendo los que nunca estuvieron en ella.