José Luis Villares pasó su vida laboral como barrenista en frentes de arranque y a destajo en la minería privada. Pasó por la mina Antón y María Teresa, por la mina de Tudela Veguín y por Jovesa. En todas tuvo responsabilidad sindical. Hasta que llegó, primero a la máxima responsabilidad en materia minera en CC OO de Asturias, y hace cuatro años, a la responsabilidad estatal de industrias extractivas. Nacido en Mieres en 1964, Villares ha batallado en las horas más complicadas del carbón con ministros y secretarios de Estado. El sindicalismo ha sido una escuela, dice, ahora que se retira. Villares repasa los últimos cuatro años en el sector del carbón y su futuro.
-Tras muchas batallas, deja usted la primera línea sindical. ¿Es una decisión meditada?
-Muy meditada y además, lógica. Cuando accedí al cargo conllevaba un periodo de cuatro años y ya dije que me iba a ir. Entiendo que debe de haber una renovación y no soy partidario de perpetuarse en los cargos. Quien ahora asume la responsabilidad, Jesús Crespo, está preparado y conoce el sector tanto del carbón como de la energía. Fue una decisión voluntaria y meditada.
-¿Se siente liberado?
-En 2013 ya sabía donde entraba y la dificultad que había ese momento, con la reciente movilización minera del año anterior. Era una situación muy complicada, y se cortaron los cauces financieros y de comunicación con el Gobierno, algo que para el sector de la minería es muy difícil. Tomé aquella decisión, igual que ahora tomo la de dejar el cargo. No me siento ni más ni menos liberado, simplemente, en otra etapa de la vida. Eso sí, estoy a disposición de quien llega para lo que necesite. Soy jubilado desde agosto de 2016, y ahora la prioridad es disfrutarla.
-¿Cómo se queda ahora mismo el sector del carbón?
-Estamos en un momento finalista, pero si no lo remediamos entre todos tiene la fecha de caducidad muy cerca. El Gobierno es el que tiene que actuar principalmente. La actual situación viene dada por varias circunstancias. Primero porque el Ejecutivo pasó de 2013 a 2016 en un estado catatónico y desaparecido, haciendo cosas en contra del carbón. Parece ser que ahora ha cambiado. Hubo falta de voluntad política. También es fundamental la decisión europea de 2010, porque si no la revertimos o cambiamos, tendremos encima de la mesa el cierre de toda la minería a finales del año que viene. También toda la política climática de la UE está haciendo mucho daño al carbón, porque las reducciones de CO2 en todos los sitios la dirigen hacia la combustión de carbón. Parece que aquí queremos ser los abanderados contra el cambio climático cuando en el resto del mundo están echando emisiones a chimenea llena. ¿Hay que reducir las emisiones? Sí. ¿Hay que mirar por el Medio Ambiente? Sí. Pero tenemos que hacerlo de una manera sostenible social y medioambientalmente, y ahí entra la transición del carbón.
-Ha vivido la época del Ministro Soria y el comienzo de la legislatura con Álvaro Nadal. ¿Se nota el cambio?
-Sí, fundamentalmente en la voluntad de diálogo. El nuevo secretario de Estado, Daniel Navia, parece que tiene al menos voluntad de mantener un diálogo constante y fluido. Antes ni te cogían el teléfono. Pero otra cosa es la capacidad política que quieran o que tengan para hacer cosas por la minería. Hemos tenido dos reuniones, y coincidimos en lo fundamental: que el carbón debe jugar un papel en el mix energético. En la primera reunión hablamos de carbón y en la segunda de carbón nacional. Ahora depende todo del peso político que el Ministerio de Energía pueda tener en Europa para modificar la Decisión de 2010, y también con el Ministerio de Hacienda para que pueda haber algún plan de la minería más allá de 2018. Porque no nos engañemos, el Marco de Actuación acaba el 31 de diciembre de ese año, pero el 1 de enero de 2019 va a haber trabajadores en empresas mineras, haciendo su clausura y cierre, sin ninguna regulación. Hay que dar cobertura esa gente. Y al final es dinero y depende de Hacienda.
-¿Tiene salvación la minería española? ¿Qué se necesita?
-Pueden tener salvación, porque ya están vendiendo carbón al mismo precio o por debajo de los precios internacionales. Esa disculpa ya no vale, como tampoco vale la de que el carbón español es peor que el internacional, que es mentira. Ahora, lo que se necesita es una apuesta clara y firme, como Polonia hace con el suyo, o incluso Alemania, ya que en 2012 y 2013 abrió tres centrales de carbón para quemar lignito, produciendo, según los sindicatos alemanes, 180 millones de toneladas y 15.000 puestos de trabajo. Y otra cosa que se puede hacer, si llega el fin de la minería, es que este final tiene que estar gestionado por una empresa pública.
-¿Cómo se puede explicar que a igualdad de precios, se siga comprando mineral internacional?
-No es de recibo. No es fácil de explicar. No hay ninguna razón económica, y todo es política. Aquí hubo connivencia entre las eléctricas y el Gobierno para echar abajo la minería del carbón, porque sino no se entiende que se hubiera estado año y medio sin comprar carbón. Se decidió hacer un cerco a la minería, y el resultado es el que tenemos. Desde octubre del año pasado las eléctricas piden carbón y casi no hay porque ya casi no hay empresas que lo suministren.
-¿Cree que se podrá revertir la Decisión 787 de la UE?
-Sí se puede, porque una norma anula a otra norma, toda la vida fue así. Pero el problema es el peso político. Cuando se aprobó la Decisión fue con el consentimiento del Gobierno de entonces, porque si se hubiera opuesto, esto no sale. Es más, encima de la mesa además de la opción que se tomó había otras seis y eligieron la más lesiva. La Decisión europea que se tomó se puede arreglar, porque la cosa más grave es la obligación de tener que devolver las ayudas si la empresa quiere continuar. Derogar ese apartado ya sería una opción. Pero es que además, el Gobierno de España es el que tiene que recaudar las ayudas. Y puede hacerlo en uno, dos o en 50 años. El Gobierno se comprometió a recuperar las ayudas, pero no dijo ni cuando ni como. Por lo que si hay voluntad política, se podría salvar.
-Cuando se firmó aquella Decisión, en el Gobierno estaba el PSOE. ¿Culpa a los socialistas de la situación actual?
-Sí, por supuesto. La culpa es del PSOE y del PP. Son los dos partidos que han gobernado durante toda la democracia y durante toda la transición minera. Cada uno con sus peculiaridades ha enterrado al sector.
-Los fondos mineros tampoco han servido para paliar el declive. ¿Qué les queda a las comarcas carboneras?
-No queda más que irse si no hay cambios. Hay ejemplos para lo bueno y para lo malo. En Europa hay comarcas mineras que están desiertas, y otras que están bien situadas y lograron salir adelante. Por desgracia, la mayoría de las comarcas mineras están lejos de los ejes económicos. Aquí podemos salvar la cuenca central. Pero en Andorra (Teruel) están en mitad de ningún sitio, en Puertollano igual, en Villablino, Cerredo, Ibias o Guardo, pasa lo mismo. Estar en mitad de ningún sitio significa que hay que adecuar las zonas y tener planes específicos para ellas. Y por eso las comarcas mineras tienen un futuro complicado. Pero se pueden hacer cosas y aprovechar las propias minas aunque cierren. No se aprovecha el gas metano, no se aprovecha la geotermia... Esas pueden ser salidas para las comarcas mineras españolas. Pero hace falta planificación y dinero.
-Habla entonces también de la llamada postminería.
-Hablamos de un cierre ordenado, de tener que producirse. Y sí, incluye la postimería. Y todo tendría que estar gestionado por una empresa pública. Sigo pensando que hay que luchar para que el carbón siga. Aunque no nos podemos engañar y no va a volver una primavera del carbón.
-A industrias extractivas de CC OO llega Jesús Crespo. ¿Qué dice de él?
-Conoce bien el sector, trabajó hasta hace poco en Elcogás, que gasificaba el carbón nacional de Puertollano. Es una central experimental con una normativa específica para ella. Además, creo que es fundamental unir el sector minero al energético y él controla ambas disciplinas. Crespo tiene una visión global y eso es muy positivo. Es un hombre sindicalista, pero además es técnico. Y juega muy a su favor.
-¿Cuál es el momento más duro que recuerda como responsable de industrias extractivas a nivel nacional?
-Sin duda fue cuando se empezaron a caer empresas emblemáticas como la Hullera Vasco Leonesa o CMC. Se veía que no había forma de vender ni un gramo de carbón. Y ese momento fue muy duro. Para bien o para mal esas empresas eran una parte muy importante del sector, y sentíamos una impotencia absoluta por no poder hacer nada. El Gobierno del PP dio orden a los mandos intermedios del Ministerio de no hablar con nosotros y eso generaba un gran estrés.