"Toño, tú tas chifláu". Esta ha sido, en los últimos días, la frase que más veces ha escuchado Antonio Argüelles, confitero de la conocida pastelería gijonesa que lleva su apellido. Todo por un "experimento" que ha querido realizar tomando su coche nuevo como molde: "Me dije que cómo quedaría todo cubierto de chocolate. Era y es una locura, pero aquí estoy, haciéndolo", explicaba ayer por la mañana, mientras recubría con chocolate caliente su flamante Alfa Romeo Giulia, previamente cubierto con "film" plástico.

El vehículo, completamente recubierto de chocolate, quedó ayer expuesto -también se puede ver esta mañana- en el concesionario Motor Nalón, en El Entrego. "Mi pasión", explicó Toño Argüelles, "es el chocolate. En Semana Santa hice una Vespa de chocolate, por piezas, y esto de hoy no deja de ser un paso más en la experimentación". Argüelles indicó que "hay técnicas para hacer figuras ayudándote del 'film', es algo con lo que se está trabajando mucho hoy en día. Sirve para hacer bases, ondulaciones, zonas huecas... Y esto es una gran probatura, que además, llama la atención. Acaba siendo como un bombón gigante". El confitero tiene su pastelería en Gijón, pero su familia procede de Laviana. "Mi bisabuelo era Gersán, el de la pastelería de Pola de Laviana. La que tenemos en Gijón la abrió la familia en el año 1990. Yo intento seguir innovando, pero siempre teniendo muy en cuenta la tradición familiar de la que vengo, varias generaciones con una misma pasión".

Para transformar durante unas horas su coche en un bombón de más de cuatro metros de largo, el confitero utiliza alrededor de 30 kilos de chocolate. Una variedad con un 55% de cacao, "que me parecía el adecuado con al temperatura que hace hoy". Cuando la proporción de cacao es más alta, mayor es su dureza y lo crujiente que es. También enfría primero. Por eso el chocolate con leche, con el calor, "se derrite primero" que el negro. Para poder cubrir el vehículo se ayuda de un microondas. Calienta cada pocos minutos las pastillas de chocolate (de Valrhona), y va extendiendo la cobertura, caliente, sobre el vehículo. Con paciencia, poco a poco, "que es como mejor salen las cosas".

La sesión para transformar su coche en un bombón comenzó a las siete de la mañana. Es casi la una y aún queda trabajo. "Es como un juego de niños. Con el chocolate me dan ganas siempre de experimentar y es para lo que estoy aprovechando. Tal vez sea algo irreflexivo, pero es una experiencia que, para un pastelero como yo, merece la pena". Antes del "experimento" del coche de chocolate, y para saber cómo podía quedar, "hice una probatura parcial". Tras recubrirlo y dejarlo listo, Argüelles añadió "polvo de cacao" para que el coche quedase "aún mejor. Esta es una forma de unir mis dos pasiones".

Cuando explicó a sus amigos y conocidos lo que pretendía hacer, "sin un propósito claro, más allá de dejarse llevar" más de uno "y de dos" lo llamaron "chifláu. Y no les falta parte de razón. Aquí cerca está el río Nalón, con el calor que hace igual lo que tendría que hacer era tirarme al río", comenta, bromeando.

En su pastelería, anualmente "elaboramos alrededor de 1.500 kilos de chocolate", siempre "con métodos artesanales. Lo hacemos allí y también lo vendemos todo allí. Prefiero el trabajo a pequeña escala, bien hecho, para que el producto que hacemos sea exclusivo, de calidad. Es una forma de diferenciarse en estos tiempos de elaboración industrial y de franquicias", expuso el confitero, que está convencido de que "se trata de un camino más lento, pero estoy convencido de que llegaremos a la meta". Como si de Willy Wonka se tratase, Toño Argüelles tiene fábrica de chocolate. Pero en algo ha superado al personaje literario de Roald Dahl: también tiene máquina de chocolate. Su propio coche.