¡Oh, oh! Un extraño virus creado en un laboratorio clandestino de las Cuencas, nombrado "La apatía", está propagándose por el barrio de Pénjamo (Langreo). Los afectados por el mal se convierten, en cuestión de segundos, en muertos vivientes: zombis sin ilusión, sin ganas de hacer nada por el pueblo, que vagan por las aceras y no saben a dónde van. Los supervivientes, valientes como los que aguantan en la popular serie "The Walking Dead", creen haber encontrado una cura que salvará a Pénjamo: la organización de unas fiestas contra el virus "La apatía". El comité de investigadores aún está esperando resultados concluyentes pero, tras la jira de ayer, todo apunta a que ya han dado con la solución. Los zombis, la verdad, algo más animados ya andaban.

Luis Díaz supo que algo iba mal hace unos días, cuando se despertó "un poco más pálido de lo normal". La carne pronto empezó a caer a jirones y los ojos se le inyectaron en sangre: "No había duda, me había convertido en un zombi", bromeó ayer este vecino de Pénjamo, que ha contagiado el virus a su hermana Nieves. "Somos zombis apáticos, sí, pero ya nos vamos a curar con la fiesta", afirmó ella. Fueron juntos a la jira, con sus respectivas parejas: Julia Blanco y José Ignacio, los dos vivos. "Somos los que cazamos zombis", señalaron antes de merendar. Por cierto, el menú fue igual para todos: tortilla y bollos preñaos. "A nosotros nos gusta más la carne", rio, con su boca ensangrentada, Nieves Díaz.

Los hay que se toman en serio la búsqueda del antídoto. Como Rubén Darío, otro zombi de Pénjamo que empezó la fiesta ya el viernes: "El calimocho nos sienta bien a los muertos vivientes", le dijo a un investigador que andaba cerca. El experimento también contaba con la grabación de un desfile zombi amenizado por la Banda de Gaites Conceyu de Llangreu. La dirigió La Xata la Rifa (Mónica Cofiño), convertida ayer en una líder de grupo como Micchone en "The Walking Dead".

El virus "La apatía" no respeta y puede atacar a pequeños y mayores. Como les ocurrió a Daniella Hernández y su mamá, Elena Sánchez. Acudieron a la jira y, en la fiesta de espuma, la pequeña jugó con sus otras amiguitas zombis: Aixa Oveja, Laia Fernández, Marta Braña y Laia Álvarez. Enseguida buscó con la vista más niños: "También me gusta jugar con vivos, no creo que me guste ser zombi", confesó. Al fin alguien dispuesto a librarse de "La apatía". La humanidad puede salvarse.