Casi doscientos caballos. Casi 400 comidas. Y un ambiente festivo como pocos en los últimos años. El buen tiempo hizo que todas las previsiones que tenían los organizadores de la fiesta vaquera del Llosorio se quedaran escasas.

Desde primera hora de la mañana comenzaron a llegar al monte mierense decenas de personas, unas a caballo, otras andando, o en coches. El sol pegaba de lo lindo, pero la brisa hacía más agradable el caminar hasta la fiesta. Arrancaba la fiesta al mediodía, y a la una y media de la tarde, tenía lugar la misa en la capilla pastoral del Llosorio. Una vez terminado el oficio religioso llegaba el turno para la comida. La organización no daba a basto a repartir platos: ternera a la vaquera, cordero a la estaca, bollos preñaos, empanadas... Las raciones salían de la barra a toda mecha, ya que había que alimentar a casi 400 personas. "Son casi las seis de la tarde y estamos sin comer", señalaba un miembro de la organización, mientras otros compañeros habían bajado a Mieres a por provisiones para la cena.

La tarde pasó entre caballos. Las carreras de velocidad y las carreras de cintas fueron el gran espectáculo que se vivió en el monte Llosorio. Además, también hubo una demostración de motocross y una "monta del búfalo".

Para la tarde-noche, llegaba la verbena. Poco tiempo hubo antes para el baile con la gran cantidad de actividades que se desarrollaron. Los organizadores mostraban su satisfacción por el tremendo éxito de las fiestas. Ya están preparando las del próximo año.