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El éxito de un viejo hotel que abrió sus puertas hace un año

Brañagallones, refugio de tres estrellas

Visitantes de toda España e incluso del extranjero recalan en el recuperado parador del parque de Redes, reconvertido en albergue con una oferta de naturaleza y montaña

Visitantes de Canarias.

No es el paraíso, pero podría serlo. Apenas hace un año que el parador abrió sus puertas bajo el manto de la Federación de Montaña y ya ha comenzado a dar sus buenos frutos. El antiguo "hotel de lujo" ( tres estrellas) de Brañagallones, en Caso, se ha convertido en un refugio ideal para turistas y montañeros que buscan desconectar de la ciudad y contactar con la naturaleza. No cabe duda que el refugio, rodeado de pequeñas cabañas y de verdes montes, es una atracción idílica tanto para aquellos que proceden de diferentes puntos de Asturias como del resto de España e incluso del extranjero. Tinerfeños, murcianos, valencianos e ingleses se hospedan ahora en el albergue. Otros llegan a caballo desde la Felguerina a pasar la noche en el refugio, rodeado de una gran diversidad de flora y fauna. Destacan vacas, caballos, rebecos y buitres.

Entre los visitantes de estos días se encuentran Verónica de Jacinto, Francisco Javier García, José Manuel Hernández, Petra García Febles y Pedro Hernández Fuentes. Este grupo practica ciertos deportes como el "salto del pastor" -tradicional de los pastores de las Islas Canarias- y vienen desde Tenerife hasta Bezanes porque "nos planteamos pasar nuestras vacaciones en el parque de Redes". Estos tinerfeños, hospedados en el refugio, querían realizar altas rutas de montaña y por eso eligieron Caso. De Brañagallones destacan "los paisajes y su naturaleza viva", al igual que "las vistas des la cordillera", ya que para ellos "no es habitual ver un entorno así". Nunca habían hecho rutas por el Cantábrico y tenían cierta curiosidad. "El lugar lo hemos encontrado en internet, mirando datos en la oficina del parque natural, buscamos rutas y las condiciones que éstas ofrecían y nos parecieron buenas", comentaba uno de ellos.

De Asturias les ha cautivado prácticamente todo, excepto una cosa que les ha parecido extraña y a la que no están acostumbrados en su tierra: "En todos los restaurantes hay varias televisiones y aunque no haya gente y le digas al camarero si por favor puede apagar el televisor, no lo hace. Simplemente le baja la voz", manifestaba confusa García Febles, quien opina que "la comunicación es importante en la comida". Esta canaria es educadora, razón por la que no considera oportuno que la televisión esté encendida en las comidas. No obstante, lo ve como "una forma de hipnotizar a la gente. Por lo demás genial. Los asturianos son muy amables y la gastronomía, en general, nos ha gustado", añadió. Otro de los grupos que se encuentra estos días en Brañagallones pretendía realizar visitas por la zona, pero al final les pudieron las ganas de quedarse en el refugio. "Hemos venido de paseo por Brañagallones, pero al final hemos terminado durmiendo aquí y eso que no llevábamos el suficiente dinero", declaraba entre risas Marisol Calvo, quien nació en Campo de Caso, pero lleva 45 años en Murcia. Junto a esta casina han venido su marido murciano, su hija y su yerno, sus dos nietas y la hija de una vecina, quienes fueron de ruta por la mayada de Valdebezón equipados con agua y merienda. Calvo disfruta cada visita a Asturias como nunca pues lleva muchos años viviendo fuera y, además, como dice ella "en Murcia desayuno mirando de cara a la pared, porque la mesa de mi cocina mira hacia allí, y yo aquí miro al bosque".

Aún quedan más visitantes, dando cuenta del éxito del refugio. De la Felguerina llegan Héctor Calderón, cántabro de nacimiento, y su pareja Vanesa Jiménez, junto a otras tres personas. Héctor y Vanesa se encuentran, desde hace 14 años, al frente de "Cabalgando Sueños", una empresa que ofrece experiencias con caballos en la naturaleza. El cupo de personas tanto en trayectos cortos como largos es de un mínimo de seis y máximo de ocho. "La dinámica es hacer travesías tranquilas. Nada de galopes locos porque estamos en montaña", señalaba Calderón. Además de travesías, hay cursos de doma natural, talleres de iniciación a la monta y quiropraxia. Su pareja explicaba que "es importante que la gente coja fluidez e independencia para facilitar el trabajo al caballo en cada subida o bajada". Por su parte, Daniel Navarro, de Valencia, aseguraba que conoció Brañagallones "a través de 'Facebook' por su interés por las rutas a caballo, pues nunca había escuchado nada del parador ni su relación actual de apertura a los turistas.

"No está muy promocionado" o "la mejor publicidad y la más fiel es el boca a boca", es de lo más comentado por turistas y montañeros sobre el refugio. El guarda del albergue, José Manuel Prado, aseguraba que "hay 40 plazas, pero se publicitan 39 porque se mantiene una habitación del antiguo hotel en la parte inferior por si la necesita una persona mayor o alguno que presente alguna discapacidad". Las habitaciones son de cuatro, cinco, e incluso seis personas, todas con baño propio. "Este es otro concepto de refugio. Normalmente estos disponen de una sala o dos para que duerman 20 ó 30 personas hacinadas y con baño compartido", declaraba Prado, quien espera que la afluencia se mantenga.

El primitivo refugio de cazadores de Brañagallones se renovó a finales de los noventa. En 1997 se hizo una remodelación integral, pero no sería hasta agosto de 2005 cuando el Principado firmó un contrato de explotación con una empresa del sector hostelero. Fue acondicionado como hotel de tres estrellas, pero sólo abrió cuatro años. El Principado no pudo rescindir el contrato a pesar de que el parador estaba cerrado. Una vez concluido el plazo y tras unas reformas lo cedió a la Federación de Montaña.

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