El pasado mes se cumplieron siete años de una de las mayores tragedias que sacudió Mieres, el doble crimen de Ujo. La justicia condenó a Carlos Vargas hijo como autor material de los disparos que acabaron con la vida de Juan y David Ferreduela, una sentencia con la que la familia de los fallecidos nunca estuvo de acuerdo, ya que también consideraban culpables al hermano y padre del condenado. Pero también hubo otra condena, en este caso extrajudicial, para la familia Vargas, no podía volver a pisar el Principado. Era el destierro gitano.

Hace unos días, algunos Vargas rompieron este compromiso y se acercaron al piso que tienen en el barrio del Masgaín, en Lena. Eso sí, entre ellos no se encontraba ni el padre ni el hermano de Carlos Vargas, pero sí familiares cercanos. Este hecho no pasó desapercibido por la familia Ferreduela y sus allegados, quienes fueron a pedirles explicaciones. No hubo altercados, a pesar de que intervino tanto la Guardia Civil -cuyo cuartel se encuentra a escasos metros del barrio- y la Policía Local de Lena. Los agentes contribuyeron a apaciguar los ánimos. Finalmente, ambas familias se sentaron y alcanzaron un nuevo acuerdo más flexible que el anterior por el que los Vargas podrían visitar Asturias, pero no residir de forma permanente.

Los Vargas, tal y como ha podido saber este periódico, aceptaron el trato a regañadientes. Pero eran conscientes de que suponía un principio para alcanzar la paz entre estas familias enfrentadas desde aquel fatídico 20 de julio de 2010. Por su parte, los Ferreduela no pasan actualmente por su mejor momento tras el fallecimiento hace unos meses de Narciso Ferreduela, quien llevaba las riendas de la familia.

Ninguno de ellos puede olvidar todavía lo que ocurrió en el entorno del polideportivo de Ujo. La celebración de un cumpleaños en el área recreativa situada junto a un bloque de viviendas se tornó en una batalla que se saldó con la muerte de Juan y David Ferreduela. A consecuencia de los hechos fueron detenidos Carlos y José Vargas, así como su padre Carlos. Comenzó entonces un largo proceso judicial que culminó con una sentencia de la Audiencia Provincial que condenaba a los tres como autores de los dos homicidios y les imponía una pena de 125 años de cárcel.

La condena fue aplaudida por los Ferreduela, que consideraban que se había hecho justicia. Pero el caso dio un giro después de que la defensa de los Vargas apelase al Tribunal Supremo. El juez exculpó de los hechos a José Vargas y a su padre, mientras que Carlos Vargas hijo se quedó como único responsable de lo ocurrido y con una pena de 49 años de prisión que está cumpliendo. En todo este proceso, los Vargas no estuvieron en Villabona, sino que fueron trasladados a cárceles de Galicia, comunidad en la que también reside la familia. Este hecho decepcionó en gran medida a la familia de los fallecidos. El propio Narciso Ferreduela había llegado a asegurar entonces que la decisión del Tribunal Supremo había sido "un duro golpe para todos nosotros".