El Ayuntamiento de Mieres lleva ya diez años organizando bautizos civiles, expresión coloquial con la que se conoce al término más correcto de acto de imposición de nombre o ceremonia de bienvenida a la comunidad. El municipio cabecera del Caudal fue el primero de las Cuencas en cubrir esta demanda. A lo largo de una década, un total de 24 familias han participado de este ritual, sin más significación que el valor emotivo, que en este caso es más que suficiente. Durante este tiempo han nacido en el concejo alrededor de 1.500 bebés, lo que se traduce en que sólo uno de cada aproximadamente 60 pasaron por el consistorio para ser apadrinados.

Pese al avance del laicismo en la actual sociedad, los llamados bautizos civiles no han logrado germinar como evento comunitario. En España dos de cada tres bodas ya son civiles, mientras que más de la mitad de los nuevos padres optan aún por el bautismo católico. En Mieres pronto se cumplirán diez años del primer recibimiento a una bebé en el Ayuntamiento. Fue concretamente el 10 de noviembre de 2007. El pequeño protagonista del evento acaba de cumplir diez años. Los padres de Joel Gutiérrez están satisfechos con la decisión que tomaron entonces. Actuaron desde la convicción personal y el respeto a todas creencias.

"No estamos en contra de la religión, tenemos muestra ideas y respetamos las de los demás. Lo que teníamos claro es que no queremos condicionar a nuestro hijo", explica Roberto Gutiérrez, progenitor del primer pequeño "bautizado" en el Ayuntamiento de Mieres. A él le molesta que se utilice ese término: "Me parece normal a que un católico le incomode que se utilice esa palabra en este caso, ya que no es adecuado. Los bautismos se hacen en la iglesia y lo que nosotros hicimos fue un acto de recibimiento a la comunidad".

Esta familia descubrió hace ya una década un ritual por entonces totalmente desconocido. Se podría decir que lo sigue siendo. De hecho, la ceremonia se define desde la sencillez. En el caso del Ayuntamiento de Mieres los concejales suelen leer un texto que dice algo así como que "asumimos la responsabilidad colectiva de crear las condiciones necesarias para que los niños que representan nuestro futuro encuentren en esta ciudad un lugar de tolerancia, libertad desarrollo y posibilidades de educación". La ceremonia es breve, con la lectura de dos artículos de la Declaración Universal de los Derechos del Niño. Lo habitual es dar la palabra a los padres para que presentes a su hijo y, en ocasiones, se lee un poema o texto emotivo.

Roberto Gutiérrez y su mujer tuvieron un segundo hijo, Jairo, que también recibió la bienvenida a la sociedad en el Ayuntamiento: "Si cuando crezcan quieren bautizarse, por nuestra parte no habrá ningún tipo de problema", apunta el padre de los pequeños. De momento, el mayor no ha mostrado interés por hacer la Primera Comunión: "Cuando les tocó a sus compañeros de clase le preguntamos si le apetecía. Si hubiera dicho que sí lo hubiéramos respetado independientemente de lo que nosotros pensemos sobre la deriva que han tomado estos eventos".