La vida está plagada de paradojas. La contradicción entre dos situaciones aparentemente enfrentadas no evita que surjan circunstancias caprichosamente curiosas. En Mieres está a punto de cerrarse un insólito círculo que nace y acaba en la Casa Duró. El previsible traslado de Proyecto Hombre a este histórico inmueble provocará que antiguos drogodependientes de la comarca vayan a recibir tratamiento terapéutico en el mismo lugar donde empezaron a consumir sustancias estupefacientes.

"Hace más de treinta años, cuando todavía éramos unos críos, nos colábamos con frecuencia en el edificio, que por entonces estaba abandonado. Así podíamos pincharnos o lo que fuera, tranquilamente", explica uno de los participantes en el programa de apoyo y mantenimiento que desarrolla Proyecto Hombre en su sede de la calle Jerónimo Ibrán. El edificio, propiedad del Arzobispado, está muy deteriorado y la entidad espera recibir pronto la autorización del Ayuntamiento para trasladarse a la Casa Duró. Para algunos será un reencuentro extraño: "Recuerdo que, cuando íbamos allí, muchas veces estaba todo lleno de jeringuillas", señalan los que vivieron aquellos oscuros años en los que la heroína hizo muchos prisioneros entre la juventud mierense. Muchos no recuperarían jamás la libertad,

La Casa Duró es el edificio civil más antiguo de la ciudad. Ubicada en el barrio de la Villa, también es conocida como la Casa de los Álvarez Castañón. Se trata de una antigua vivienda unifamiliar en mampostería emplazada en una pequeña finca cerrada por un muro. En los ochenta el edificio se encontraba abandonado y muchos jóvenes con problemas de droga empezaron a frecuentarlo. Varios de ellos están ahora en Proyecto Hombre. Uno de ellos es Alejandro Berruont. Este allerano tiene actualmente 50 años y empezó a consumir droga con apenas 13 o 14. "Uno de los miembros de la pandilla tenía las llaves de la Casa Duró. Decía que el edificio era de su familia, supongo que sería cierto. Fueron muchas las veces que nos reunimos allí para consumir drogas", recuerda Berruont. Juan Antonio Álvarez, director de Proyecto Hombre en Mieres, ratifica que "por entonces era muy habitual que los chavales con problemas de drogas se colasen en los edificios vacíos".

Muchos de aquellos jóvenes, casi niños, que se reunían en la Casa Duró para "jugar" con las terribles drogas han fallecido. Otros aún intentan dar cierta normalidad a sus vidas con el apoyo incondicional de Proyecto Hombre. Los que conocieron los tiempos oscuros de la Casa Duró rondan la cincuentena . Les hace ilusión regresar al inmueble, pero ahora con una motivación bien distinta. "Nos parece una muy buen idea que se convierta en la nueva sede de Proyecto Hombre", señalan. Llevan más de 30 años sin pisar el edificio, que en 1995 fue declarado Bien de Interés Cultural y, dos años después, fue rehabilitado para convertirse en centro artístico, función que desempeño hasta 2011.