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Historias Heterodoxas

Aquí Radio Turón, la voz de la revolución

La emisora fue utilizada en octubre de 1934 para animar a los obreros asturianos y a los del resto del país a extender la insurrección

Aquí Radio Turón, la voz de la revolución

La propaganda siempre ha sido un arma fundamental para ayudar a las ideas revolucionarias. Los primeros comunistas acuñaron el término agitprop (agitación y propaganda) para extender su ideología a través del arte y la literatura, luego fueron los nazis quienes depuraron esta técnica, y cuando la tecnología trajo la radio, la televisión y las comunicaciones globales, todo el espectro político la utilizó en su provecho, a veces de manera sutil, otras disimulándola tras informaciones o tertulias manipuladas, y finalmente de forma más grosera, como recientemente hemos visto con ese autobús que intenta recorrer España combatiendo la libertad de opción sexual y que -aunque tal vez sus impulsores lo desconozcan- es una burda caricatura del tren que los bolcheviques hicieron circular por toda Rusia para difundir la propaganda política del gobierno de los soviets.

La insurrección de Asturias tampoco fue ajena a este fenómeno y desde el primer día tanto en el bando de los rebeldes como en el de quienes los reprimieron se lanzaron panfletos y se hicieron circular noticias, que en un caso tuvieron la intención de animar y en el otro de desmoralizar a los combatientes. Hoy les vamos a contar el caso de la única emisora revolucionaria que transmitió en octubre de 1934. Estuvo emplazada en Turón y desconozco cual fue su denominación, porque ningún testigo de aquellos días me lo ha sabido decir con exactitud y tampoco se conserva ninguna grabación de sus emisiones, pero lo cierto es que su información fue seguida con interés incluso fuera de nuestras fronteras.

Lo que sabemos con certeza es que la estación ya estaba instalada en la Central Eléctrica de Hulleras de Turón cuando la controlaron los rebeldes. Una circunstancia que también es curiosa si tenemos en cuenta el corto recorrido que todavía tenía en España esta actividad, ya que la primera emisora de radio, la EAJ-1, se había inaugurado en Barcelona, apenas diez años antes, al principio de la Dictadura de Primo de Rivera, y Radio Asturias EAJ-19 empezó a transmitir el 25 de abril de 1925.

Uno de los escasos testimonios escritos sobre este curioso episodio, lo dejó Ceferino Álvarez Rey, fallecido en 2009 a los 98 de edad, que fue uno de sus locutores y reseñó en sus memorias como su funcionamiento era un ejemplo de la unidad que impulsó la revolución, ya que las informaciones se decidían en conjunto con la colaboración tanto de los comunistas como de los socialistas del valle, no en representación de sus respectivas organizaciones, sino en nombre del Comité Revolucionario de las Alianzas Obreras.

Ceferino también contó que para asegurar la emisora se estableció una guardia y que a través de ella se tuvo al corriente a la población de la entrada en Oviedo y la marcha de los acontecimientos, aunque cuando las cosas se empezaron a complicar llegaron a hacerse llamamientos buscando la solidaridad y el apoyo del resto de los obreros del país, aunque -según sus palabras- "algunos reaccionarios han querido ridiculizar todo lo que hicimos y todo aquello que dijimos desde la emisora de Hulleras, pero nosotros siempre fuimos objetivos y atendimos a la realidad, a aquello que era cierto y a todo lo que esperábamos".

Su opinión contrasta con el recuerdo del primer presidente de la II República don Niceto Alcalá Zamora, quien también dejó anotado como le llamó la atención el tono triunfalista de las informaciones que se emitieron desde Turón para animar, tanto a los propios asturianos, como a los obreros del resto del país, para que extendiesen la insurrección haciéndoles creer que estaba triunfando en toda España.

Así, el presidente puso como ejemplo que por sus ondas se transmitió entre otras noticias que Madrid estaba controlada por fuerzas revolucionarias y que las tropas gubernamentales solo resistían en las calles del centro, aunque con gran decaimiento de ánimo; que en Cataluña el presidente de la Generalitat había pronunciando un discurso en el que, después de dar cuenta de su triunfo, había anunciado la rendición del general Batet; y que las fuerzas del Ejército Rojo se habían adueñado de Valencia, Badajoz y Bilbao.

Mientras tanto, en el resto del país también son muy escasos los documentos sobre el papel del medio radiofónico durante los sucesos revolucionarios, y aunque hay quien sostiene que los insurrectos se incautaron de otras emisoras desde las que llegaron a trasmitir informaciones triunfalistas para dar ánimos a los mineros asturianos y leoneses, parece que esto solo se produjo en Radio Barcelona y lógicamente en las primeras horas del conflicto, ya que, como sabemos, nuestra región fue la única que pudo mantener el conflicto armado varios días, mientras los otros lugares en el que se registró alguna intentona fueron muy pronto sometidos por la fuerzas del Gobierno.

Sin embargo, la actividad de la radio turonesa contrastó con la decisión de los revolucionarios que ocuparon Oviedo, quienes no utilizaron de la misma forma los servicios de Radio Asturias, la emisora que estuvo bajo su control, pero permaneció muda hasta el general López Ochoa la volvió a poner en funcionamiento tras recuperar la ciudad.

Algunos historiadores han supuesto que la razón fue la falta de energía eléctrica, pero si recurrimos a "La insurrección de Asturias" de Manuel Grossi Mier, protagonista de aquellos hechos, encontramos la verdadera explicación.

Hay un apartado en su libro titulado "¿Por qué no hemos utilizado la radio?" en el que dice lo siguiente: "La estación de Oviedo ha caído en nuestras manos. Hasta ahora no ha funcionado un solo instante. Tras una larga discusión se toma el acuerdo de no utilizarla para nada. Este acuerdo se apoya en el siguiente razonamiento: si utilizamos la radio, tiene que ser para alentar a los trabajadores de toda España en la lucha, señalándoles el triunfo de la revolución. El simple hecho de sabernos triunfantes quizá determine a los trabajadores del resto de la Península a no prestarnos la necesaria ayuda.

Yo mantengo desde el primer momento un criterio opuesto. Es necesario utilizar la radio para hacer llegar nuestra voz a los trabajadores de España y del mundo entero. Es preciso señalar nuestro generoso comportamiento para con los prisioneros caídos en nuestro poder y los crímenes que contra nosotros empieza a cometer la aviación. Es preciso, en una palabra, que los proletarios conozcan la verdad.

Desgraciadamente no logro hacer que este criterio prevalezca. Más tarde, demasiado tarde ya, se reconoce el error cometido, al privarnos de un medio tan eficaz de agitación y propaganda como es la radio".

Volviendo a Turón, el planteamiento de otro investigador, Bernardo Díaz Nosty en "La Comuna asturiana. Revolución de Octubre de 1934" pasa por considerar que la radio fue empleada por los revolucionarios en un intento desesperado de comunicar con el exterior, sobre todo a raíz de los bombardeos aéreos, coincidiendo -como hemos visto- con lo expuesto por Ceferino Rey.

En este sentido, nos consta que desde la estación de la Central Eléctrica turonesa se emitieron, además de los programas en español, otros en francés, que pudieron escucharse en una parte de Europa, dirigidos específicamente al Gobierno galo y a la Sociedad de Naciones, solicitando la condena internacional por el empleo de la aviación contra objetivos civiles.

Y en este punto surge una anécdota que debemos referir, recogida años más tarde por el diplomático franquista Luis Bolín, que la escuchó de su amigo Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, quien por razón de su matrimonio con Jacqueline Guilhou llevaba en 1934 las riendas de Fábrica de Mieres.

En fin, el aristócrata, famoso por haber sido el primero en coronar el Naranjo de Bulnes y gastar la mayor parte de su tiempo y sus esfuerzos a la administración de los Parques Nacionales, en vez de vigilar la buena marcha de la empresa, fue una persona culta, que compaginó la práctica de los deportes y la caza con la política; llegó a ser diputado y senador y, como toda su familia, estuvo muy vinculado a Francia, por lo que dominaba perfectamente el idioma de ese país. Una circunstancia que aprovecharon los mineros sublevados para llevarlo hasta su emisora, donde le obligaron a celebrar conversaciones imaginarias por la radio con el presidente de la República Francesa, Albert Lebrun, al que aparentaba transmitir todo género de informaciones.

Pedro Pidal le dijo a Luis Bolínque por esta circunstancia había sido respetado en la revolución, y a tenor de los desgraciados fusilamientos que tuvieron lugar precisamente en Turón no debió estar muy errado al considerar que pudo conservar la vida gracias a su conocimiento de la lengua francesa. Lo cierto es que fue un hombre de suerte, porque cuando estalló la Guerra Civil, en esta ocasión residiendo en Madrid, volvió a salvarse de las balas por otra casualidad y pudo morir tranquilamente en 1941 en Gijón.

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