- Estos guajes van a caer.

Padres y abuelos de los jugadores del Club Deportivo Santa Marina vivieron en vilo los partidos que jugaron los chavales en casa, en el campo de fútbol de Ablaña (Mieres), en la anterior temporada. La valla inestable, el césped resbaladizo y ni un banco para sentarse. Con el miedo de ir al suelo, los ánimos no estaban altos. Hasta que Juan Sevilla -abuelo del jugador Iker Villarín- y otros familiares se unieron para mejorar las instalaciones y la motivación: "La verdad es que en aquel campo iba a pasar una desgracia", afirma el abuelo forofo. El presidente del club, Juan Carlos Montes, y el entrenador, Marcelino Montila , consiguieron la implicación del Ayuntamiento y Hunosa para la cesión de material. La sextaferia fue de primera división: a unas semanas de empezar la temporada, el campo está listo.

Los jugadores de la categoría cadete (13 y 14 años), salen al campo. Es día de entrenamiento: "Tenía ganas de jugar, me parece que la semana que viene vamos a entrenar ya de lunes a viernes", le dice Pablo Vidal a Kevin Velasco, colocando los conos para correr con el balón. Sevilla está sentado en la terraza de la cafetería, es la primera vez que contempla como espectador el campo que han reformado. "A ellos les das un balón y les da igual, pero la verdad es que aquel campo no estaba para otra temporada", asegura.

Manos a la obra. El Ayuntamiento cedió un cierre y Hunosa el material para el vallado que separa el terreno de juego del asfalto. "Ahora, además, vamos a tener grada", matiza Belén Martínez, también abuela de Villarín. Ella y Ana Flores se encargaron de la limpieza del entorno y la mejora del césped. "Seguimos teniendo el problema de que somos el único club sin un campo de hierba artificial", añade Montila. Están en marcha unas obras en la parcela anexa, que permitirán usarla como lugar de entrenamiento: "Nos urge mucho, la verdad, pero en agosto todos están de vacaciones". El campo quedará reservado para los partidos.

A los chavales les gusta su estadio. Enol Rodríguez asegura que "se juega mejor en hierba natural, resbalas más, es una pasada". "Estaba un poco mal, aunque nosotros hubiéramos seguido jugando", añade Nacho Antuña. Lo único que están por terminar son las gradas. Las pipas están prohibidas, "que nos costó limpiarlas", y la motivación está por los aires: "Vamos a subir".