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Una exposición exhibirá los murales de Úrculo rescatados de un local en ruinas de Sama

El Ayuntamiento mostrará las cinco pinturas durante un mes, antes de distribuirlas por edificios públicos del concejo

El restaurador Jesús Puras trabaja en su taller en uno de los murales de Úrculo.

El Ayuntamiento de Langreo exhibirá de forma temporal los cinco murales de Eduardo Úrculo rescatados de la antigua librería Belter, demolida en marzo por su estado ruinoso. "La intención es, una vez que estén todas las pinturas recuperadas, mostrarlas a la ciudadanía durante un período aproximado de un mes, explicando un poco cómo fue todo el proceso de restauración. Después se repartirán por edificios municipales de Langreo. Esa es un poco la idea de partida, pero habrá que concretarlo todo en una Comisión de Cultura", explicó el edil Jonatan López.

El restaurador Jesús Puras se está encargando de la restauración de los murales, que están siendo transferidos a un nuevo soporte, unos tableros de madera especiales con una carga de mortero que simulan paredes. Todas las pinturas están ligadas al mundo de la literatura y tienen un trazo próximo al realismo expresionista. Representan la plaza típica de un pueblo, una estampa de "Platero y yo", un pasaje de "El viejo y el mar", la imagen de un escritor bohemio y un grupo de obreros letrados. Son de la primera etapa de Úrculo, cuando el artista langreano, fallecido en 2003, todavía no había recibido formación artística.

Los murales estaban en un inmueble en estado ruinoso, sin apenas techumbre, lo que acentuó su deterioro. La primera fase de la restauración consistió en fijar la pintura para corregir abombamientos, inyectando y pulverizando diferentes resinas. Después se colocaron gasas de algodón impregnadas en colas naturales, hechas con huesos y pieles de animales. Una vez que las colas se secaron, la pintura quedó adherida a ellas, lo que permitió arrancar los murales para su traslado.

Puras se ocupa ahora de transferir las pinturas a un nuevo soporte, tableros fenólicos hechos con láminas de madera resistentes a la humedad sobre las que se aplica una capa de mortero para que tengan una carga mural. Las pinturas se están colocando por el reverso y se fijan al nuevo soporte mediante un material adhesivo. A continuación se retiran las telas en las que han estado protegidas, una de las fases más delicadas del procedimiento. Una vez que la superficie ya está limpia de restos de colas, se aplica una capa de protección de resina poliacrílica que resulta imperceptible.

Como consecuencia del estado de deterioro, el restaurador y el Ayuntamiento deberán valorar si es necesario llevar la restauración un paso más allá, a través de una limpieza química para eliminar los restos de hollín y arenas derivados de la exposición de las pinturas a la lluvia y el viento. También se deberá analizar qué se hace con las partes en las que se ha perdido el dibujo. El restaurador es partidario de recomponer sólo las pequeñas lagunas y no tocar los espacios más amplios.

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