Casares es un pequeño pueblo con apenas una docena de viejas casas de piedra. Se encuentra por encima de la localidad de Ujo, a unos 550 metros de altitud. Enmarcado en plena naturaleza, está conectado con varias pistas ganaderas, estrechos pasos escondidos entre castañedos por los que únicamente se puede circular en vehículos todoterreno. En uno de estos caminos apareció muerto el 20 de septiembre de 1999 el ganadero mierense Ramiro Valdés Martínez. El fallecido tenía por entonces 71 años de edad. Fue encontrado en el interior de su vehículo, un Suzuki Santana, con dos disparos de escopeta a la altura del pecho. Dieciocho años después de este sangriento crimen, la investigación no ha conseguido arrojar luz sobre lo sucedido. Las pesquisas realizadas por la Guardia Civil no han aportado datos sobre la identidad del autor de los dos disparos que acabaron con la vida de la víctima ni aclarar el posible móvil del homicidio.

El asesinato de Ramiro Valdés provocó en Mieres hace 18 años una sacudida de incredulidad, primero, y sospechas, después, que duró muchos meses. La Guardia Civil llegó a tener algún sospechoso dentro del propio entorno de la víctima, pero las pesquisas pronto encallaron. Los agentes encargados del caso llegaron en su momento a la conclusión de que el fallecido conocía a su asaltante. Y es que todo indica que él mismo detuvo el vehículo al encontrarse con el agresor. Permitió que se acercarse hasta coche para disparar a bocajarro. El ganadero intento en el último momento protegerse con las manos, pero de nada le sirvió.

El asesino de Ricardo Valdés logró salirse con la suya. Han pasado 18 años y la Guardia Civil no ha logrado reunir suficientes indicios para iniciar un procesamiento. Ahora bien, desde el instituto armado se subraya que este tipo de investigaciones "nunca se cierran". Al menos, se mantienen abiertas hasta que el delito prescribe. Lo que sucede es que en este caso el margen de maniobra ya empieza ser muy pequeño. En dos años el asesino podrá respirar totalmente tranquilo. Según el artículo 131.1 del Código Penal, la responsabilidad delictiva prescribe a los 20 años en aquellos casos en que la pena máxima fijada pueda ser de más de 15 años, escenario en el que todo indica entraría este crimen.

El cuerpo de Ramiro Valdés fue hallado por un vecino. La investigación pudo confirmar que el crimen se cometió con una escopeta de postas, que nunca fue encontrada. El disparo fue efectuado a través de una de las lunas del coche y la gravedad de las heridas que sufrió la víctima hacen pensar que murió en el acto. No hubo excesos. El autor se acercó por detrás, soltó dos disparos a través de las lunas del vehículo y se fue. Nadie lo pudo ver. Una acto frío y calculado. Como suele ser un ajuste de cuentas o una venganza. Según explicaron en su momento vecinos de la zona, el fallecido se encontraba atendiendo el ganado que poseía en la localidad de Casares. El ganadero, casado y con un hijo, tenía una finca a escasos metros de donde fue encontrado el vehículo y en el momento en que recibió el disparo volvía a su domicilio tras hacer algunos trabajos.

"Las investigaciones siempre están abiertas, hasta que se logra encontrar al culpable", matizaron fuentes próximas a la investigación. Ahora bien, a estas alturas, las estadísticas juegan a favor del asesino. "Este tipo de asesinatos suelen resolverse casi siempre en poco tiempo, según pasan los días todo se complica", apuntan los expertos consultados por este diario.