Miles de personas acudieron ayer a la llamada de los Mártires. "Es casi imposible calcular cuanta gente puede participar cada año, ya que hay grupos desperdigados por todo el entorno, pero no cabe duda de que la afluencia siempre es multitudinaria". Siro Gutiérrez lleva, junto a Flor García, un cuarto de siglo al frente de la popular romería mierense, declarada de Interés Turístico Nacional. Destaca que los mierenses acuden casi por costumbre a Insierto para disfrutar de esta fiesta de prau, con una afluencia que se mantiene al alza. Ahora bien, la cita se enfrenta a un problema. Cada vez hay menos prau. Este año, de hecho, no ha sido nada fácil encontrar un trozo de verde donde sentarse a comer la empanada.

La romería de los Mártires se celebra en el entorno del santuario que, dedicado a San Cosme y San Damián, se encuentra en Insierto. Hasta hace unos años todo el frente de fincas que se ubica encarado con el templo se llenaba de personas, dando colorido a la celebración y facilitando que cientos de asistentes pudieran disfrutar de una comida campestre cómodamente. Hace un tiempo los dueños de una de estas grandes parcelas decidieron prohibir el acceso. Este año ha sucedido lo mismo con los terrenos anexos . "Es una pena, de haberlo sabido hubiéramos intentado comprar el terreno para la fiesta", lamentó ayer resignado Siro Gutiérrez.

El cierre de los "praos" molestó ayer a muchos de los "fieles" de los Mártires. Julio Fernández y José Antonio García son primos. El primero reside en Langreo y el segundo en Morcín. Desde hace mucho tiempo acuden juntos a la fiesta de Insierto. "Siempre habíamos comido en la finca, pero este año nos hemos encontrado con la valla cerrada", lamentaban ayer al mediodía mientras comían un bocadillo de tortilla apoyados junto a una cancela adornada con un cartel de prohibido el paso: "Es una faena. Es malo para la fiesta, ya que hay gente que puede dejar de venir", apuntó Julio Fernández. Las mierenses Begoña Alcoba y Mari Fernández compartían el malestar: "Los nuevos propietarios deberían pensar en el bien de la romería. Hay que tener en cuenta que después de la fiesta todo se limpia y queda como si no hubiera pasado nada". Aún con menos espacio para el disfrute de una jornada que ayer resultó casi idílica, con un tiempo propio del mes de agosto, la celebración se saldó con un notable éxito de participación. La misa celebrada al mediodía convocó a una muchedumbre. Hasta tal punto la afluencia fue masiva que un hombre de unos 70 años de edad se cayó del muro que se encuentra frente al templo. Se había subido para hacer unas fotos y resbaló. Este cierre tiene por su parte posterior unos cuatro metros de altura. El golpe fue de consideración, aunque sin lesiones graves. Aún así, tuvieron que acudir los bomberos para ayudar a los servicios sanitarios a sacar al herido del lugar donde cayó.

Por lo demás, los Mártires cumplieron ayer con todos sus ritos. Por la mañana la "cuestona" de Insierto se convirtió en un río de gente que alteró su fluir por la tarde. Primero hacia arriba con resoplidos y luego hacia abajo con las fuerzas repuestas y la sed saciada. Javier Valdés estuvo al frente de la puya'l ramu, como hace desde hace casi treinta años. Por el roscón central se pagaron 85 euros. "No está mal, aunque en una ocasión esta pieza alcanzó los 150 euros", explicó Valdés. Mientras el pan de escanda se repartía, la sidra refrescaba el día. La organización ha llegado en alguna ocasión a vender en los Mártires más de 3.600 botellas. Sin duda, se trata de una romería que bate récords.