La existencia de chimeneas pertenecientes a antiguas minas de montaña en los montes de la Montaña Central es un problema que no sólo afecta a los cazadores, sino también a los ganaderos, montañeros y senderistas. Por eso, y a modo de prevención, estos últimos recomiendan caminar siempre por las sendas marcadas en las salidas por la montaña, ya que los agujeros "se pueden encontrar en cualquier sitio". Así lo señala Ángel Fernández Ortega, experto montañero de Mieres y vocal de Medio Ambiente en la Federación Asturiana de Montaña, quien destacó que "hay muchísimas y son verdaderamente peligrosas".

Fernández Ortega cuenta que este problema viene de lejos. De hecho, asegura que la hullera estatal Hunosa "llegó a enviar a un capataz del pozo San José, hace veinte años, para que tapara algunas de las chimeneas que se encontraban por el valle de Turón, pero aún quedan un buen número de ellas y no sólo en esta zona". Esto lo corroboraba la propia sociedad de cazadores del Coto de Mieres, que hasta ahora ha identificado veintitrés de estos agujeros en montes de Carraspientes, Hueria de Urbiés, Villandio, La Riquela, Nicolasa y Olloniego. No sólo están identificados, también localizados con sus coordenadas geográficas para que la administración responsable pueda actuar.

Fernández Ortega señala, además, que estas grietas han dado más de un susto en los últimos años, aunque afortunadamente no ha habido que lamentar pérdidas personales. "Eso no quiere decir que no se deba actuar porque sí se han caído algunos perros de caza y han podido ser rescatados porque portan un localizador con GPS en el collar, pero con las personas es distinto", resalta. De hecho, aunque la víctima disponga de un teléfono móvil, puede ocurrir que se quede sin cobertura y no pueda pedir ayuda, lo que dificultaría mucho su búsqueda. Por eso, el montañero hace hincapié en la recomendación de no abandonar nunca las sendas marcadas. "Pueden estar en cualquier sitio, incluso en praderas que, a simple vista, podrían parecernos seguras", subrayó. En muchos casos, además, "las chimeneas están rodeadas de maleza, lo que dificulta aún más su localización". En este caso, Fernández Ortega se suma también a la petición de los cazadores para que la administración competente se haga cargo y, al menos, señalice los agujeros. "Antes tenía la responsabilidad la empresa Hunosa, pero no sé si son ellos o el Gobierno regional los que tienen que hacerse cargo de todo el terreno", apuntó.

Rescate

El último suceso relacionado con estos peligrosos agujeros en la tierra se dio hace poco más de una semana, cuando el perro de un cazador cayó por una chimenea ubicada en Villandio. En este caso fueron los propios cazadores quienes sacaron al animal sin más ayuda, pero no siempre ha ocurrido así. Hace ahora dos años se vivió un suceso similar en el monte Llosorio. En aquella ocasión, y debido a la complejidad de la zona, se hizo necesaria la presencia del grupo de rescate de montaña (Greim) de la Guardia Civil y de la brigada de salvamento minero de Hunosa en el pozo Nicolasa para que animal pudiese volver con su dueño tras pasar varios días dentro de la chimenea. Estos agujeros en la tierra pueden alcanzar en muchos casos los ochenta metros de profundidad, suponiendo un grave peligro para la integridad de cualquiera que acabe en su interior por accidente.