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El inolvidable partido de Tarrasa

El Caudal Deportivo protagonizó una de sus mayores gestas al final de la temporada 1950-51, remontando un 4-0 en contra en tierras catalanas para ganar el encuentro y subir a Segunda

Senso Eguidazu, el considerado "talismán" de Tarrasa, junto al escudo de la entidad mierense

Hay que partir de la temporada 1950-51 para contemplar la época dorada del Caudal Deportivo con una panorámica que tuvo, por supuesto, como es normal, altos y bajos. Sin embargo es de justicia calificarla como la etapa más brillante de su larga andadura de estos cien años que ahora se van a cumplir. Y tres son los resortes en los que se basa la sentencia. A saber, su ascenso a la máxima categoría en la que militó, es decir, la segunda división española, el famoso partido en Tarrasa que, por sus peculiares circunstancias, conmovió y despertó un espectacular entusiasmo en Asturias y otros lugares de España, las especiales connotaciones del encuentro frente al Real Oviedo en el hoy "Hermanos Antuña" y un cuarto adorno tratado, en este reportaje, con la debida prudencia, que no es otro que la posibilidad de haber ascendido a la categoría de honor del país, es decir, la primerísima división. Y luego, como remate, el descenso de nuevo a la tercera. Ésta como nota negativa.

Pero, como es natural y por orden cronológico, debemos iniciar el relato por el momento apoteósico de la temporada 1950-51 y, concretamente, con el partido Tarrasa-Caudal en terreno catalán. Comenzando por los prolegómenos digamos que gran parte, y la esencial, de este relato, parte del archivo facilitado por nuestro amigo y gran caudalista, hoy en Gijón, Juan Luis Vázquez.

La televisión y el fútbol de aquellos tiempos no le llegaban ni a la planta del pie a lo que ocurre actualmente. Hoy el deporte está envuelto en celofanes millonarios y hasta un tanto revolcado en cuestiones políticas, pero por entonces no podía alcanzar la difusión como para tener a una gran parte de la audiencia española bajo síntomas expectantes, pero si la situación del conjunto de Mieres, metido en la liguilla de ascenso a segunda, había despertado un cierto interés que se concentró en torno a su retransmisión a través de la radio catalana relacionada con alguna de las emisoras presentes en el Principado. Y allí estaba al micrófono Fernando Vázquez Prada, de conocida estirpe periodística de esta tierra, para contarnos las incidencias del encuentro. Esto ocurre el 24 de mayo de 1951, fecha especial porque, si algunos datos aciertan, se trataba de la festividad de Corpus Christie. Connotación extra. Luego diremos el motivo.

El Caudal forma con: Morilla, Peña, Sport, Poliar, Iván, Sagrado, Eizaguirre, Fuentes, Insa, San Emeterio y Valdés. En la banda, como entrenador, Oscar, y a la expectativa del resultado, en calidad de presidente, Ramón Antuña. Comienza el juego y a los cuatro minutos Blázquez, para el Tarrasa, inaugura del marcador. Luego siguen los goles de Vela y Caju (2) con lo que el resultado, al descanso, registra un contundente 4-0. Cuenta la anécdota - o la leyenda, no lo sé - que al descanso Fernando Vázquez Prada, descorazonado y aburrido por lo que ocurre en el campo, decide dejar el micrófono y lo pone en las sorprendidas manos de Senso Eguidazu que se encuentra allí como jugador suplente y delegado caudalista.Y Senso comienza, a su forma y modo, la retransmisión de la segunda parte. Minuto 69 y marca Valdés. Luego Fuentes, dos veces Insa, y por fin, en medio del delirio del propio Eguidazu, que casi no acierta a pronunciar palabra, Eizaguirre golea el quinto para el conjunto mierense en el minuto 87, con lo que finaliza el encuentro con victoria visitante y todas las papeletas que lo llevarán a alcanzar, al final de la liguilla, el cambio de categoría.

El entusiasmo se desborda en los ambientes de Mieres y Asturias, a través de las noticias de radio. Muchos fueron los gestos que lo enmarcaron todo, pero se comentó, por estos lares, que la procesión del Corpus de San Juan, la encabezó don Herminio, párroco de Seana, por ausencia obligada de los titulares del principal templo de Mieres, y que durante su transcurso, coincidiendo con el segundo tiempo en Tarrasa, poco a poco fueron ausentándose muchos de los asistentes para seguir el partido en bares y chigres. Cuando llegó de nuevo a la iglesia, don Herminio se encontraba solo con algunas féminas ajenas al fútbol. Como gran seguidor caudalista que era, guardó el Santísimo en su lugar, con todas las de la ley, y se fue al Café Chus a escuchar el final del encuentro. ¿Chiste? ¿leyenda? ¿realidad? No lo sé. La respuesta está en los supervivientes de aquel hecho.

Recibido el equipo con todos los honores a su regreso, y tras recoger mil parabienes desde otros tanto lugares del mapa español, sigue la liguilla y se proclama campeón. Asciende a segunda, iniciando así lo dicho anteriormente, la época dorada de su singladura por tal categoría, que trajo también, a modo de comentario popular, que en la temporada 1955-56 ocurrió sin plena confirmación, que tras una espléndida campaña al Caudal pudo subir a la "primerísima", liderando el grupo norte de la segunda (hay que recordar que en aquel tiempo esta categoría de plata estaba dividida en dos grupos). Todo marchaba sobre ruedas y los indicios indicaban la gran posibilidad del cambio. ¿Qué ocurrió? Las malas lenguas señalan que a los entonces rectores del conjunto mierense le entró una especie de ataque de "mieditis", pensando que militar en la primera división, teniendo que enfrentarse a equipos - por citar un par de ellos - como el Real Madrid y el F. C. Barcelona, les iba a producir un serio déficit y mil dificultades que quizá provocasen la desaparición del club. Por lo tanto, y siempre en base al dicho popular, a través de una especie de apaño, cedieron el testigo al Osasuna que, tras ganar en Mieres, subió tranquilamente a esa categoría de oro que tanto ansían algunos equipos de solera, en estos momentos el Real Oviedo y el Real Sporting de Gijón.

Pero antes, el Caudal hubo de vérselas precisamente con el conjunto de la capital asturiana en el "Hermanos Antuña" - entonces el Batán - con otro partido que tiene historia, puesto que el conjunto azul impone su mayor calidad ante unas gradas a rebosar que incluso invaden las pistas de atletismo. Al descanso el 0-2 no presagia nada bueno para los seguidores caudalistas que ven como su entusiasmo se desfonda. Pero comienza la segunda parte y el conjunto de Mieres, con nuevos bríos, presiona claramente hasta que Piñeiro marca recogiendo un rechace del larguero. En el minuto 40 del segundo periodo Carlos lanza un fuerte trallazo que vale el segundo y cuando finalizaba el partido, los defensas visitantes Toni y José Luis se hacen un lío y queriendo ceder el esférico al portero e introducen el balón el propia meta. Vuelven a reverdecer las ansias mierenses mientras que para los ovetenses todo se reduce a un jarro de agua fría sobre sus aspiraciones. Los puntos se quedan en casa y la recaudación monetaria, récord hasta el momento, también. . Las gabardinas - era mes de febrero - al viento, por lo que el partido se "santificó" como el de las gabardinas.

Aquí también ocurre una anécdota bien aliñada. Finalizado el encuentro los seguidores visitantes recogen y enrollan sus pancartas e inician, la mayoría a pie, su regreso hacia las estaciones de Renfe y Vasco Asturiano, con la cabeza gacha. Entonces, de nuevo las malas lenguas, dicen que en la avenida Caballeros de España (hoy de Méjico), paso obligado, a una vecina de esta calle se le ocurre coger una bacinilla, echarle agua, y por la ventana soltar el líquido, como si fuera... Al día siguiente los diarios de la capital recogen el hecho, recriminándolo con frases como "ha sido realmente ofensivo que se despida a la afición ovetense con orines humanos". Y no digamos lo que soltó el recordado Ricardo Vázquez Prada ("Tomasín") en Región a través de sus "gotas de tinta".

En fin, son hechos secundarios que no empañan ni la dignidad del equipo ovetense ni el buen hacer de los caudalistas. Y ya saben, aquí punto y después, ¿gloria?

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