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Un banquete de gladiadores

La Escuela de Hostelería de Aller inicia el curso con un menú basado en la gastronomía romana: "A ellos les debemos muchos platos"

Aroa García, Vanessa Lavín y Astor Corral preparan los ñoquis. GEIJO

Los romanos dejaron su huella en el concejo de Aller. Marcada en la Vía Carisa, con los campamentos que fueron eje estratégico para la romanización del territorio que ahora ocupa Asturias. La Escuela de Hostelería del IES Valle de Aller rinde un homenaje al Imperio para iniciar el curso, a través de sus fogones. El centro comienza esta semana la actividad en el aula-restaurante con un menú basado en la gastronomía de la Antigua Roma y digno de gladiadores: caldo, ñoquis, cochinillo, xarda y tarta. Unas jornadas que combinan destreza culinaria y lecciones de historia: "A ellos les debemos muchos de nuestros platos", afirmaron ayer los alumnos.

Un buen caldo era lo mejor para que los legionarios se recuperaran tras sus batallas en la Carisa. El que preparan en el IES de Aller lleva hueso de jamón, cebolla, puerros y carne de vaca. "La base de la receta es romana, pero ellos la cocinaban de una forma mucho más básica", explicó Aroa García, alumna de segundo curso.

Está preparando los ñoquis con salsa Funghi, junto a sus compañeros Astor Corral y Vanessa Lavín. Los romanos no tenían patata, pero tenían una suerte de pasta con la que elaboraban muchos platos: "Era una versión muy primitiva", explicaron los alumnos. Y era imprescindible. La dieta de los romanos, durante la República, era de 3.000 calorías y cerca de 2.000 procedían del trigo.

Así que los ñoquis de las jornadas son una versión actualizada, pero el cochinillo es una receta original. Rosa María Cortina y Marlene Falk lo cocinaron ayer al horno. "Va acompañado de una salsa de miel, que fue uno de los productos característicos de la cocina imperial", afirmaron. También pimienta, coriandro, ortiga, menta y salvia. Y la polenta, como la que acompaña a la xarda que también incluye el menú de las jornadas. De postre, tarta de frutos secos.

Las jornadas no terminan en la cocina. En el comedor del aula-restaurante, los alumnos de servicios preparan con mimo una mesa a la que podría sentarse el César: "Tenemos que prestar especial atención al vino", explicó Saray Fernández, alumna de segundo curso del grado. El vino era muy importante para el Imperio. Consideraban que su consumo respondía a razones de salud dietética y de mantenimiento de fuerza, no sólo por disfrute personal. En la Escuela de Hostelería toman nota.

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