Hay algo en Juan Luis Nepomuceno, Nepo (Duisburg, 1965) que recuerda a Joaquín Sabina. Aún a riesgo de que no le guste la comparación. Se define como un "poeta chusquero", lleva escribiendo toda su vida, y esta tarde presentará su primer poemario en La Llocura Llibrería-Café de Mieres (20 horas). "Versos a degüello" (Ediciones Camelot, 2017) es una recopilación de poemas que escribió en la trinchera mientras batallaba por la vida. Son los versos que le acompañaron en la detección de un cáncer de laringe, que rimó durante el tratamiento y que soñó en la intervención quirúrgica ("el degüello", aclara, sin paños calientes). Dice que su libro no es de autoayuda, que son las letras que sólo a él le han servido de cura. Hay quien ve más en esas páginas: las estrofas mejor rimadas de un superviviente, la poesía de vencer al cáncer.

- Nepo, ¿Quedamos y me cuentas algo del libro?

-Mejor te lo escribo, que no estoy muy locuaz.

Directo, aunque le duela a él. Nació en Alemania, "soy hijo de una dulce gallega y un andaluz pendenciero". Criado en un barrio obrero de Badajoz y agarrado a un lápiz desde que aprendió a escribir: "Siempre he escrito para mí. Hasta que llegó internet, que empecé a publicar en el blog 'A Filo de Espada'". En esa bitácora digital mezclaba poesía, relatos y opinión de actualidad. Luego creó "Versos desde el filo", donde se dedicó ya íntegramente a la poesía.

"La poesía me ayudó en todo, toda la vida. Nunca estuve en la consulta de un psiquiatra, teniendo motivos para hacerlo". Terapia para una vida al filo. Policía Nacional, le destinaron muy joven a Vizcaya: "Allí vive gente muy noble, pero también tiene su morada la serpiente". Dice que esa serpiente, la de la banda terrorista ETA, se llevó a muchos compañeros. También al que más que amigo, era un hermano. Siguiente destino: Madrid, "algún jirón de piel quedó por la Gran Vía". Y de vuelta al norte, esta vez a Mieres. Ocupó el cargo de Subinspector de la Policía Nacional hasta hace poco, porque está estrenando jubilación.

Ni "poli" bueno, ni "poli" malo. Lo suyo, basta un vistazo en la red social Facebook, es la sinceridad. Con honestidad anunció que estaba enfermo, que tenía que someterse a una operación. Que le quitaría el habla, pero no le dejarían sin voz. "Yo mismo me sorprendí de cómo afronté el diagnóstico, soy un pesimista compulsivo pero opté por otra opción. Será instinto de supervivencia". Ingresado en el HUCA, adoptó a "Indalecio". Es la figura de un "Stormtrooper" (soldado imperial de la saga Star Wars) con la que hacía (y hace) juegos fotográficos, y con la que se ganó cientos de seguidores. Nunca antes el Imperio tuvo tantos aliados.

Y van ganando. Ahora, aún en fase de recuperación, presenta su primer libro. "Es un relato, una especie de psicoanálisis del que se acerca a la muerte y es rescatado por la ciencia, lo único que nos salva", explica. Es un libro de optimismo sin aspavientos, que desprende pesimismo sin lágrimas: "La vida no tiene reglas, y para morirse sólo hace falta estar vivo".