"De Mieres a Collanzo, un poquito en tren y otro caminando". La originalidad de las carrozas, "les xandes", en honor a San Martín es una de las señas de identidad de una fiesta que hizo ayer de Moreda la capital de la asturianía. Como cada 11 de noviembre, la celebración de los Humanitarios se convirtió en todo un símbolo de unidad, de alegría y de tradición. Y no faltó la reivindicación, en este caso, referida a las deficiencias del servicio local de Feve, remarcada en una "xanda".

Fueron miles de personas las que ayer no se quisieron perder una celebración que no para de ganar adeptos cada año. Y es que San Martín traspasa las fronteras alleranas para ser una fiesta de Asturias, en la que muchas personas llegan desde otros puntos de la región, incluso del país, para disfrutar de una jornada de convivencia que siempre termina con el panchón. El casi medio centenar de "xandes" que participaron en el desfile dieron el colorido a un evento que comenzó bien temprano. Y es que desde las nueve de la mañana, cuando los primeros voladores daban el pistoletazo de salida a San Martín, los romeros comenzaron a salir a las calles. Cientos de hombres, mujeres y niños iban vestidos con el traje regional en todas sus modalidades. Buscar a un amigo por la montera picona podía ser algo así como jugar al "¿Dónde esta Wally?", en su versión allerana. Casi tan difícil como encontrar un sitio para aparcar. Las gaitas y los tambores daban la señal para que los más fieles entraran a la iglesia de la plaza del Campo para participar en la misa, cantada con gaita, en honor al patrón. Los menos devotos se posicionaban en las barras exteriores de los bares, paseaban por el mercadillo o buscaban la mejor ubicación para ver después el desfile.

Entre los alleranos que ayer se dejaron ver por Moreda estuvieron Jesús Fernández, director de Minería de Hunosa, o Nicanor García, diputado de Ciudadanos en la Junta General del Principado. Ambos, con su chaleco asturiano, disfrutaban de la fiesta junto a los suyos. Y es que las reuniones con amigos y familia son otra de las señas de identidad de San Martín.

Al terminar la misa, comenzaba la "puya'l ramu". Aunque ya han pasado dos años, todavía se echa de menos la voz de "Caneco", puyaor oficial, en la subasta. Su fallecimiento dejó un hueco difícil de cubrir, pero sus hijos han tomado el relevo con buen pulso. Los panes, chorizos, lacones o casadielles que se fueron ofreciendo iban alcanzado precios de entre 30 y 80 euros. Hasta que llegó una animada puja por la roscona, que este año fue acompañada de un lacón, una cesta de casadielles caseras y panchón. De los 50 euros iniciales, se fue subiendo, hasta que solo quedaron dos pujadores. Al final, se pagaron 380 euros por la roscona, una buena cantidad, aunque algo lejos de los 550 del pasado año. Que San Martín cayese en sábado también ayudó a que hubiera mucha más gente. "La verdad es que está lleno, aunque a decir verdad esperaba un poco más", señalaba Higinio Alonso, un joven allerano que no se pierde la fiesta por nada del mundo. "Yo el 11 de noviembre ya lo tengo pedido en el trabajo todos los años", señala mientras comparte la sidra con sus amigos. "¡Echa un culete, que calienta!", se oye en otro grupo de chavales.

Poco después de la una comenzó el desfile de "les xandes". Aunque antes había habido un desfile de personas entre la estación de tren de Feve y la plaza del Campo. Muchos optaron por este medio de transporte para llegar a Moreda. Y es que acceder en coche provocó incluso colas a la altura de la salida de la autovía, a la altura de Ujo.

Gran ambiente

Entre el medio centenar de carrozas que participó en el desfile, que se iban intercalando con las bandas de gaitas, había para todos los gustos. De temática minera, más asturianas, más alleranas? Hubo hueco para personajes como los Minions, que protagonizaron la carroza de la xanda Corrigüeles. También Pepa Pig era protagonista de otra xanda, la de Cordoveyu, aunque seguro que no tuvo el final que hubiera querido, ya que, como bien es sabido "a todo gochín le llega su San Martín". En la fiesta del patrón todos se visten de asturianos, hasta las mascotas, como el perro que jugaba en la carroza de la xanda Furmientu, que estaba decorada con fotos antiguas de Moreda. Conforme pasaba el desfile, los romeros disfrutaban de la sidra, los bollos preñaos y las empanadas. Y es que en San Martín el menú está claro. Lo que no lo está tanto es la hora de ir a comer. "Ufff, el año pasado fuimos a las 8 la tarde", afirma Carlos González, vaso de sidra en mano. Les fabes, casadielles y el panchón siempre esperan. Bien lo vale San Martín.