Dicen que hubo una época en la que en Langreo había más instrumentos musicales antiguos por habitante que en Madrid. La culpa de esa singularidad la tuvo un grupo de entusiastas profesores del Conservatorio Valle del Nalón, por aquellos años (finales de los ochenta) situado al otro lado del Nalón, en el colegio José Bernardo. Fue una responsabilidad compartida con Eloy Zapico que construyó con sus propias manos muchos de esos instrumentos para que los tocaron sus hijos Aarón, Pablo y Daniel Zapico, fundadores e integrantes del grupo de música antigua y barroca "Forma Antiqva".

Ayer recibieron un cálido homenaje en el Conservatorio del Nalón de quienes les enseñaron sus primeras notas y les mostraron por primera vez lo que era un laúd o un clave (un instrumento similar al piano). Fue el barroco temprano de una formación que ahora goza de un gran reconocimiento del público a nivel internacional y que en unas semanas grabará un nuevo disco.

Aquel caldo de cultivo fue esencial para el nacimiento del grupo, reconocía ante alumnos, profesores y familiares, Aarón Zapico. "La música tiene infinitos caminos y muchas veces los conservatorios pecan de conservadores, pero aquí no, aquí hubo una apuesta transversal", señaló. El centro langreano está celebrando estos días su 35 aniversario. Entre otras actividades, hay una muestra de instrumentos antiguos. Los mismos que marcaron la infancia de "Forma Antiqva", que desde su nacimiento en 1999 ha recibido múltiples galardones, entre ellos el de "Asturiano del mes" de LA NUEVA ESPAÑA.

Haciendo un símil musical, la exdirectora del conservatorio de Langreo, Luisa María González, aseguró que la carrera de los hermanos Zapico ha ido "in crescendo". Es decir, fue creciendo de forma sostenida. Sin prisa, pero tampoco sin pausa. "La primera vez que vi tocar a Aarón tenía nueve años y me llamó la atención lo seguro que tocaba", señaló. Unos años más tarde conoció a los otros dos hermanos, a Pablo y Daniel Zapico. "Trabajaban en una simbiosis perfecta y eran muy plásticos, se adaptaban a lo que les decía cualquier profesor".

Otro de los que recuerda con especial cariño a los hermanos langreanos es el profesor Manuel Paz. Gran amigo también de su padre, Eloy Zapico, y de la madre, Margarita Braña, que por aquellos años presidía la asociación de padres y madres de alumnos del conservatorio (AMPA). Recordó Paz que los dos hermanos pequeños (Pablo y Daniel) "hablaban muy poco", pero "estaban muy sincronizados entre ellos".

A lo que aprendieron en el Conservatorio, los hermanos unieron unas notas de su talento para la música. "La primera vez que tocaron un laúd barroco tardaron diez minutos en ponerlo a sonar", señaló Manuel Paz.

Pero la historia de los hermanos Zapico no se entendería sin la enorme aportación de sus padres, que fueron los que los apuntaron a las clases de música, recuerdan con cariño. "Aquí pasábamos tres tardes a la semana, de cinco a ocho", señalaron Daniel y Pablo Zapico. Ahora han convertido aquella afición en su profesión y llevan aquellos vetustos instrumentos por medio mundo.