Hace ya más de una década que Mieres puso sobre la mesa uno de los proyectos más ambiciosos para la reactivación del valle una vez que la minería estaba condenada a un cierre paulatino. Nació entonces la posibilidad de aprovechar los terrenos de antiguas minas para desarrollar un parque tecnológico que albergase un semillero de empresas ligadas a un sector pujante, y que debería de servir para crear puestos de trabajo y generar actividad. Una década después, y cuando el proyecto parecía más aparcado que nunca, el parque Tecnológico de Figaredo ha resurgido de sus cenizas y vuelve a estar de plena actualidad ya que es una de las iniciativas elegidas para ser sufragada con los fondos mineros del plan 2013-2018.

En un primer momento, el proyecto nació con la vocación de instalarse en Ablaña, concretamente en los terrenos de las antiguas Minas Llamas. Además, este ambicioso programa empresarial estaría ligado al campus de Mieres. Sin embargo, con el socialista Vicente Álvarez Areces como presidente, se produjo un giro inesperado de los acontecimientos. El parque tecnológico sufrió un cambio de ubicación: el lugar elegido por la administración regional fue Figaredo. Levantó ampollas, ya que además, esta decisión se tomó unilateralmente por parte de Areces.

El proyecto conllevó una larga tramitación, e incluso estuvo encima de la mesa del Carbón con los fondos previstos para el plan 2006-2012, con una inversión inicial de 5,7 millones de euros. Pero tras la eliminación de los fondos mineros por parte del primer gobierno de Mariano Rajoy, el parque tecnológico de Figaredo volvió al cajón de las iniciativas etéreas.

Ahora, más de diez años después de su planteamiento inicial, y en plena vorágine tecnológica, Figaredo aspira a convertirse en una referencia tardía en el Principado de Asturias para el sector.